Columnas


Jorge A. Romero @YorchAromero sáb 27 abr 2013 18:04

De la riqueza que por décadas fue extraída del distrito Pachuca-Real
del Monte, poco recibió la población excepto sus bajos salarios

Después de siglos de explotación minera sin que hubiera beneficio para
los lugares donde por años se extrajo material del subsuelo, el
viernes los diputados federales aprobaron reformas a las leyes mineras
que son trascendentes para entidades que hoy siguen dando riqueza a la
nación.

Son los casos de Hidalgo, Zacatecas, Chihuahua, Coahuila, San Luis
Potosí y Durango, estados cuyo sector de extracción de minerales sigue
siendo importante.

Quien ha vivido en alguna comarca minera sabe que la reforma que
permitirá a la federación obtener 5% de las ganancias derivadas de la
extracción minera es un acto de justicia que llega con siglos de
tardanza pero que no por ello deja de ser importante.

El pago, que será una contraprestación por el aprovechamiento de la
extracción de sustancias minerales y que pretende beneficiar a estados
y municipios en cuyo territorio esté establecida una compañía minera,
abre la posibilidad de resarcir los daños que deja esa actividad.

Pachuca, por ejemplo, durante siglos fue una ciudad cuyas entrañas
fueron explotadas hasta agotarlas. El resultado de la actividad hoy es
un lastre para la capital del estado de Hidalgo que no obtuvo
beneficio alguno de las toneladas de plata y otros metales que durante
décadas fueron extraídas de minas que actualmente se encuentran en el
abandono.

Contrario a recibir algún beneficio, Pachuca es hoy una ciudad que, al
menos en los barrios que rodean a su centro histórico, vive en
constante riesgo porque nadie sabe por dónde cruzan los miles de
túneles que los mineros excavaron.

Ya han ocurrido hundimientos en los viejos barrios, donde familias han
tenido que ser reubicadas por el riesgo de vivir en un suelo inestable
que en cualquier momento puede desaparecer.

También en Pachuca millones de toneladas de residuos derivados del
proceso de extracción de metales hoy son un obstáculo para el
desarrollo urbano de la ciudad, pues fueron acumulados en lugares que
hoy se encuentran en medio de la mancha urbana y que representan un
riesgo para la salud de los vecinos.

El polvo fino que se acumuló durante años hasta formar montañas
artificiales conocidas como jales daña silenciosa y lentamente los
pulmones de los pachuqueños dadas las frecuentes tolvaneras en la
ciudad.

Además, cuando las minas comenzaron a agotarse, el cambio de vocación
de la ciudad provocó que su economía decayera y con ella la de sus
habitantes. Pachuca entró en decadencia y, de ser de las ciudades más
pobladas de México al inicio del siglo XX, se convirtió incluso en
expulsora de población.

De la riqueza que por décadas fue extraída del distrito Pachuca-Real
del Monte, poco recibió la población excepto sus bajos salarios. La
ciudad, por su parte, sólo fue testigo de la riqueza que circuló por
sus calles y que nunca fue utilizada para embellecerla.

Hoy con la contraprestación que deberán pagar las empresas mineras se
abre una ventana que podría retribuir a las ciudades mineras algo de
la riqueza que han aportado a la nación. Sólo falta que los recursos
sean bien administrados y que efectivamente sean invertidos para
mejorar el entorno urbano de las ciudades y poblaciones mineras.

http://www.sdpnoticias.com/columnas/2013/04/27/sobre-el-impuesto-a-la-actividad-minera