Argelia Arriaga García | En: La Jornada de Oriente | 24 de marzo de 2014.
Pareciera que estamos en una guerra por “Oros”, estos oros son parte de los tesoros que la naturaleza nos ha dado y que como recursos cada uno ha tenido su importancia histórica, económica, jurídica y cultural en nuestro país.
El Oro Azul, el Oro Verde
El Agua u “oro azul”, no necesita ser presentado formalmente, es en sí para todos nosotros reconocido como el dador de vida, “sin agua no hay vida”; es una frase que escuchamos desde que somos pequeños, tan importante es este recurso que en julio de 2010 las Naciones Unidas reconocieron el acceso al agua potable y su saneamiento como un Derecho Humano, dónde se plantea que “el derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna”, lo que implica también definir el derecho del agua como el derecho de cada uno de disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico; y el “oro verde” que son nuestros bosques y selvas, que se llevan muy bien con el “oro azul”, el uno no existe sin el otro, ambos están implicados para seguir preservando una serie de servicios ambientales necesarios para soportar la vida, sobre todo la recarga de los mantos acuíferos, que son los que abastecen y dotan de agua a las comunidades y ciudades donde se llevan a cabo un sin fin de actividades productivas y urbanas.
Ambos “oros azul y verde”, han sido saqueados constantemente, sin embargo, actualmente se encuentran en grave peligro de ser contaminados, depredados y devastados en muy poco tiempo. ¿Pero a quién o a quiénes se les ocurre poner en riesgo estos dos “Oros”, si son los que soportan la vida? ¿Y a quién o quiénes les corresponde protegerlos?
Oro Amarillo y el Oro Negro
Sólo se le puede ocurrir al “gran capital” que además de saquear el “oro Azul y Verde” han determinado saquear de las entrañas de la tierra otros dos oros, el “Oro Amarillo” que llamaremos “Minerales” (ferrosos, no ferrosos e industriales) y el “Oro Negro” o petróleo (combustibles energéticos), que se encuentran en el subsuelo en forma de vetas, mantos, masas o yacimientos, según el art. 4 de la Ley Minera, la fracción IX del mismo art. 4to determina que los minerales se podrán extraer para uso industrial y desarrollar nuevas tecnologías, o bien para cotización en los mercados internacionales, así como a la necesidad de promover la explotación racional y la preservación de los recursos no renovables en beneficio de la sociedad; es la federación la que determina qué se hace con los recursos naturales del subsuelo, pues es el gobierno a partir de la Secretaría de Economía la que da los permisos o concesiones de exploración y explotación de estos recursos mineros y petroleros.
Como nos podemos dar cuenta, estos “cuatro oros” son parte de un sistema bio-geológico-ambiental, están relacionados y tocar a uno implica tocar a todos, sobre todo bajo el nuevo “modelo extractivo minero” o “neoextractivismo”.
¿Gran Capital vs Defensores?
Pareciera que estos cuatro gigantes estuvieran en disputa por su sobrevivencia, como si estuvieran enojados entre sí; pero no es así, son estos grandes capitales montados en compañías extranjeras y nacionales, que sin la más mínima ética y sentido de la vida y lo humano, están depredando, devastando y saqueando bajo premisas falsas en nombre del “progreso”, del “desarrollo” y del “crecimiento económico”, son sus interés financieros en la bolsa de valores en Wall Street, muy lejos de lo que ellos estás destruyendo, dónde se define la situación de estos cuatro “oros”; son las autoridades mexicanas que no ponen freno jurídicamente ante esta rapacería, que se coluden, protegen y hasta asocian a estos grandes capitales dirigidos por el Banco Mundial de Desarrollo, no hay instituciones que amparen y protejan a estos grandes sistemas.
Sin embargo, la batuta ante esta gran amenaza la están tomando las comunidades, quienes han vivido, sentido y hasta sufrido esos territorios; son ellos, los pueblos que están dando una defensa por sus tierras, sus aguas, sus bosques y la biodiversidad; son ellos y su sabiduría milenaria quienes tienen claro que proyectar la destrucción de este sistema bio-geológico-ambiental, significa e implica “la muerte”; son ellos quienes a través de sus rezos, oraciones, rituales; pero sobre todo a través de la organización informada van dando respuesta a los intereses del “gran capital” al no permitirles quitar la cobertura vegetal, horadar con dinamita los cerros, utilizar sustancias químicas venenosas y miles de metros cúbicos de agua, desecar los ríos con presas y represas; son ellos, quienes se informan y hacen uso de la ciencia y la tecnología para comprender como éstas nuevas técnicas destruyen y que generaran daños irreversibles.
Reflexión
Queda claro que no hay tal guerra entre “oros”, que hay una guerra por los “oros”, que hay una guerra de baja intensidad de los grandes capitales, el gobierno mexicano y sus instituciones contra las comunidades por sus “oros” y tesoros biodiversos que han conservados milenariamente, que está en grave riesgo, no sólo los paisajes, sino el tejido social y cultura. Ante este nuevo intento de exterminio de los territorios y las comunidades, sostenemos que ¡“La vida SÍ vale Oro”!