Jueves 26 de Mayo de 2011 12:48 administrador
Unas 150 personas de varios países analizaron el impacto de las empresas mineras de Canadá. Bajo una manta que recogía la exhortación del Salmo 24: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella”, cerca de 150 personas de varios países de esta Tierra se reunieron para analizar el impacto de las empresas mineras de Canadá en sus comunidades y para proponer lo que tendrá que hacerse de manera diferente.
Declaración de la Conferencia Ecuménica sobre Minería realizada en Toronto
Escrito por http://ottawa.mcc.org/
Casi 50 participantes llegaron de América Latina, de Asia y el Pacífico, y de África. Se reunieron con personas canadienses, europeas y estadounidenses que desempeñan distintos papeles en la industria de extracción de recursos: aliados que dedican sus esfuerzos a cambiar las leyes de Canadá para que el trabajo de las empresas en el extranjero se regule con más rigor; inversionistas que se preguntan por las implicaciones éticas de invertir en acciones mineras; y personas de los Pueblos Originarios de los territorios indígenas de Canadá que no cuentan con protección legal para defender sus comunidades. Estos encuentros produjeron un rico aprendizaje entre personas de distintos idiomas y culturas.
Por medio de ceremonias religiosas, reflexiones teológicas y los aportes de las espiritualidades indígenas y de otras tradiciones de fe, conocimos las distintas actividades que realizan las iglesias y sus líderes religiosos. En ocasiones, las iglesias son mediadoras en situaciones de conflicto; en otros casos, ofrecen un decidido acompañamiento, consejo y apoyo a las comunidades y a los movimientos sociales y ambientales. En todo el mundo los líderes religiosos aportan una voz ética a estos temas.
Quienes llegaron del extranjero conocieron que la economía de Canadá depende de los recursos. Nos reunimos en Toronto conscientes de que Canadá es el país sede del 75 por ciento de las empresas mineras y de exploración de minerales del mundo, y las bolsas de Canadá recaudan el 40 por ciento de todo el capital de exploración de minerales del mundo. Las actividades mineras en el Sur y en Canadá ocasionan importantes problemas éticos de justicia social y de respeto por la Creación de Dios que preocupan a las personas de fe de todo el mundo. Algunos ponentes hablaron del papel de las empresas canadienses, que se aprovechan de los conflictos en los países de democracias frágiles o los agudizan, cuando no los provocan directamente.
Muchos participantes hablaron de una crisis en la relación entre los seres humanos y el medio ambiente. Es necesario forjar un nuevo compromiso a favor de la lucha pacífica para la justicia social y ambiental. Los ponentes canadienses comentaron que en su país no piensan en la minera ni en su impacto, excepto en la medida en que la minería, junto con la producción de petróleo y gas, constituyen una gran parte de la fortaleza económica del país. Los ponentes de los Pueblos Originarios dijeron que sus comunidades resienten la presión de la demanda mundial por el oro y otros metales preciosos, y que la protección a sus derechos sobre la tierra sigue siendo
insuficiente. Los canadienses se sintieron obligados a afrontar los impactos de la minería en Canadá, donde, aunque pueden ser menos visibles, provocan igualmente daños a la Tierra y a muchos Pueblos Originarios. En el mismo caso se encuentran otros países de alta densidad poblacional.
La conferencia logró algunos de sus objetivos:
1. La reunión nos permitió construir alianzas y solidaridad entre lídereseclesiales y movimientos sociales de varias partes del mundo;
2. Las nuevas e informales redes de apoyo mutuo fortalecerán a las comunidades, pueblos y trabajadores que están siendo afectados por las operaciones de extracción de recursos de empresas canadienses;
3. Entendimos mejor el papel que desempeña la extracción de recursos en los actuales modelos económicos y de desarrollo en los cuales estamos inmersos;
4. Hemos hecho un llamado a las iglesias de muchos países para que pongan más atención en los temas relacionados con la minería, incluyendo el trabajo educativo y las prácticas de inversión.
5. Somos conscientes de la necesidad de trabajar en varios niveles –local, nacional e internacional– y de usar varias estrategias y espacios (por ejemplo, la ONU, la OCDE, etc.). En concreto, hemos identificado las áreas prioritarias para futuras acciones en torno a políticas públicas: Educación: A menudo las comunidades no se sienten amenazadas por la minería hasta no ver sus impactos; en ocasiones han presenciado sus impactos en otros lugares y los líderes trabajan con los pueblos para ayudarles a entender los impactos potenciales. En este contexto, la educación debe crea conciencia y fortalecer capacidades a fin de que pueda entablarse un diálogo eficaz con los gobiernos, las empresas mineras y el público. En los países de altos ingresos, la educación debe dirigirse a concientizar a las personas de fe para que se comprometan con la solidaridad y la justicia.