11/09/2011 ANÁLISIS
Gabriel Bustos Herrera – Corresponsal
En realidad la fecha no está definida y depende de los intríngulis de las campañas regionales. Pero Cristina vuelve a estos confines -en Mendoza dicen que «entre el 17 y el 26»- dispuesta a habilitar obras (la línea de alta tensión desde el Comahue a San Juan, por ejemplo) y fundamentalmente, para consolidar a los candidatos que van en tándem detrás de su propuesta para el 23 de octubre.
Ella ya sabe que en este Cuyo de las arenas ya tiene el camino asfaltado hacia el 23, como lo evidenció el 14 de agosto (47% en Mendoza y más del 50% en San Juan). Es más, Antonio De Tommaso -encuestador sanjuanino- calcula que en estos días de confusión opositora, la Presidenta ha mejorado su bagaje electoral.
Sin embargo, no desconoce que los afligidos opositores le hacen la venia a ella por lo inevitable, pero juegan intensamente al corte de boleta, intentando segregar del arrastre presidencial a los candidatos de los oficialismos (provinciales y municipales), guarecidos tras el emblema presidencial.
Cortocircuito minero
Hay algunos cortocircuitos extra que la obligan a venir a supervisar el terreno. Es que además de los problemas de imagen con los que resta Celso Jaque -que no consigue recuperarse en los sondeos- el candidato de Cristina en Mendoza (Paco Pérez, ex ministro de Obras y Servicios de Jaque) colisionó feo contra la política pro minera que desde el comienzo de la gestión K empuja el todopoderoso Julio De Vido, ministro de Infraestructura de la Nación. Y De Vido se lo hizo saber, muy ofuscado, al sanjuanino Jorge Mayoral, secretario de Minería de la Nación y hombre del entorno de José Luis Gioja.
El asunto es que Paco Pérez -venido precisamente de estudios jurídicos que defendían intereses mineros, antes de ser ministro de Jaque- se vio apretado por los opositores -radicales, demócratas y ambientalistas- por el proyecto cuprífero San Jorge, en Uspallata, cuya aprobación pendía de un hilo en la Legislatura.
Asediado, Pérez no tuvo mejor idea que mandar al archivo el proyecto minero -que contaba con las simpatías de De Vido, naturalmente- y le prometió a la gente, si es gobierno, llamar a una consulta popular para definir el áspero asunto. O sea, nunca más: Aquí la tribuna popular está mayoritariamente en contra de la minería contaminante, merced a un perseverante trabajo didáctico del ambientalismo y los grupos de izquierda, que han hecho de la lucha contra la minería metalífera a cielo abierto y con substancias contaminantes, su razón de vida. Aquí, ese tema resta votos.
Pero la actitud de Pérez, explican aquí, exasperó a Julio De Vido, promotor de la industria minera en el país (sus exportaciones juegan un papel grueso en los números del proyecto K), quien descargó su bronca contra Mayoral, quien derivó, claro, la factura al binomio mendocino. Francisco «Paco» Pérez -que insólitamente no consigue sacarse aquí el mote de pro-minero por su antigua vinculación con estudios jurídicos defensores de empresas mineras- explicó en voz baja que «más del 80% de la gente estaba en contra. Eso lo comprobamos durante los talleres de participación comunitaria en los 18 departamentos», explicó. Dicen, no obstante, que la mufa cundió en la Rosada y en el ministerio de De Vido.
El viernes, jóvenes militantes de La Cámpora, la denominada Bicentenario y de la JP universitaria, salieron públicamente a reclamarle a los posibles futuros gobernantes (los del PJ de Pérez y sus intendentes) cargos y espacios en el Barrio Cívico, en las Intendencias y en los organismos del Estado.
Todos recordamos aquí que desde el mismo búnker K en Olivos, salió la orden que sacó de un plumazo de las listas de legisladores a viejos militantes (incluso de los «azules» que siempre trabajaron por Néstor, como Patricia Fadel, del riñón de Juan Carlos Mazzón), disponiendo que hubiera cargos para los jóvenes kirchneristas de La Cámpora. Y así ocurrió: hay varios en las listas en lugar de veteranos dirigentes.
En el caso del radicalismo, toda la campaña de Roberto Iglesias (el ex gobernador 1999-2003, el de los bonos Petrom y la sequía del 2002) gira en torno a la implícita aceptación del voto a Cristina. Pero «para que la provincia elija un gobernador», según clama repetitivo, esgrimiendo el corte de boleta como «el gran compromiso de los mendocinos». Corte, corte y corte, insisten los marketineros en piezas en las que proponen «un gobernador en serio+ y auguran que +se viene un gobernador que defenderá los intereses de la provincia».
En realidad, nada original, porque los demócratas del PD, conceptualmente plantean lo mismo: «vote a Cristina si lo tiene decidido, pero corte y elija un gobernador demócrata», batallan desde hace una semana pueblo por pueblo, exhibiendo al joven Luis Rosales (columnista de C5N, ex director de Turismo en Mendoza), que ha decidido fijar domicilio en Mendoza y pedir voto para dirigir la provincia desde el Barrio Cívico.
Los justicialistas se refriegan las manos, convencidos de que el demócrata Rosales le
pellizca votos a los radicales y les abre el hueco para que pase el candidato del PJ (Paco Pérez, ex ministro de Jaque) rumbo al disco del 23.
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