Clinton H. Cragg ayudó a diseñar la cápsula que rescató a los 33 mineros hace un año. El ingeniero relata a Excélsior la experiencia

Carmen Álvarez

 CIUDAD DE MÉXICO, 10 de octubre.-  Un protagonista del rescate de los 33 chilenos que pasaron 70 días atrapados dentro una mina de cobre y oro, platicó con Excélsior sobre la hazaña que revolucionó los métodos de rescate de los recursos naturales y humanos de los yacimientos metálicos.

“Cuando vi llegar a la superficie al primer par de mineros, supe que todo iba a salir bien”, dijo Clinton H. Cragg, el ingeniero de la NASA que aportó lineamientos técnicos para diseñar la cápsula que hizo posible el rescate.

A dos días de que se cumpla el primer aniversario de la hazaña que algunos equiparan con el arribo del hombre a la Luna, Cragg recordó la emoción que sintió al ver por televisión en los primeros diez minutos del miércoles 13 de octubre de 2010, tiempo de Chile, el instante en que el minero Florencio Ávalos abandonó ese conducto que lo convirtió en el primer sobreviviente.

Una hora después, a las 1:09 a.m., Mario Sepúlveda dejó atrás los 70 días de entierro bajo más de 700 metros de roca granítica de la mina San José en el Desierto de Atacama.

“En ese momento crucé los dedos deseándoles lo mejor. Estaba extasiado y aliviado de ver lo bien que iba todo”, agregó Cragg.

Este ingeniero fue enviado por la NASA el 30 de agosto de 2010 junto con dos médicos y un sicólogo con el fin de ayudar en el rescate en la mina, ubicada a 29 kilómetros de la ciudad de Copiapó. Sus compañeros eran los doctores Michael Duncan y James Polk, así como el sicólogo Al Holland.

“En realidad nos llamaron para ayudar a los médicos, mi misión como ingeniero era ayudar a los doctores”, relató Cragg.

“Pero Cragg no sabía al principio cómo podría prestar su ayuda”, escribió Laura Parker para Aol News del Huffington Post, poco antes del histórico rescate.

Porque el perfil profesional de Cragg era el de un ingeniero naval que comandó el submarino nuclear USS Ohio, el de un catedrático de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra Naval que desde 1991 escribió el documento The United States Versus The Third World Submarine: Are we ready?  que recomendó a la marina estadunidense hacer ejercicios navales conjuntos con submarinos de otras naciones.

Había sido el jefe de Operaciones en Curso del Comando Europeo y era miembro fundador del Centro de Ingeniería y Seguridad de la NASA; es decir, un guerrero de la tecnología.

“El submarino por sí mismo es una gran máquina que alberga a una pequeña comunidad que da forma a un compacto tejido de gente, entonces, a lo largo de mi carrera he acumulado mucha práctica en la solución de problemas, tanto en la parte técnica como humana”, apunta la ficha biográfica de Cragg en la NASA.

Por eso decidió apoyar a los ingenieros de la Armada de Chile que sólo le proporcionaron dos datos para que ayudara en el diseño de la cápsula llamada Fénix: el primero era que debía caber en un orificio de 66 centímetros de diámetro perforado en roca sólida -un diámetro similar al de la rueda de una bicicleta- y, el segundo, que debía recorrer 800 metros para llegar al sitio donde los mineros estaban atrapados.

“Cuando llegué a aquel lugar pensé que los ingenieros chilenos iban a tener dudas sobre las posibilidades reales de rescatarlos, pero de pronto me di cuenta que toda la gente era muy entusiasta. Nadie pensaba en el fracaso, su única pregunta fue ¿cuánto tiempo? se necesitaba para sacarlos. Me pareció muy interesante”, dijo a este rotativo.

 

Contra tiempo

Lo increíble, relató Cragg, fue que sus colegas chilenos estaban conscientes de que tenían que hacer la cápsula “a partir de cero” y tenerla lista cuando una de las perforaciones de rescate estuviese terminada.

“Tan pronto regresé a EU, mi equipo de colaboradores en la NASA y yo tuvimos apenas tres días y medio de tiempo para establecer los lineamientos técnicos, pero como queríamos ser parte de todo esto decidimos trabajar sin descanso para entregar el documento en el plazo fijado”, apuntó.

Explicó que a pesar de que ni él ni la NASA tenían mucha experiencia en resolver problemas de minería, generaron más de 50 sugerencias para diseñar la cápsula.

“Mire, no quiero terminar esta entrevista dejando la impresión de que lo nuestro fue una gran participación, nosotros contribuimos, pero los ingenieros de la marina chilena hicieron el trabajo verdadero, hicieron realidad todo este diseño”, insistió.

Comentó que se enteró de que sus homólogos chilenos no sólo usaron sus sugerencias, sino que mejoraron la propuesta con una cápsula inspirada en las naves espaciales, protegida por bloques deslizables de teflón para evitar la corrosión del metal al contacto con la pared rocosa.

Contó también con una escotilla de escape para que su tripulante pudiera escapar en caso de que la cápsula quedara atascada entre la superficie rocosa, tenía ruedas retráctiles para facilitar su deslizamiento y un piso plano para que el minero pudiera apoyarse. Además tuvo un sistema de iluminación y de comunicación con el exterior que le permitiría ver dónde se encontraba.

Cragg es desde 2004 uno de los tres Ingenieros Principales de la NASA que entran en acción para coordinar equipos multidisciplinarios especializados en la solución de los problemas más difíciles para evitar otra tragedia como la del Transbordador Columbia que el 1 de febrero de 2003 se desintegró al regresar a la atmósfera llevando a bordo a sus siete tripulantes.

La esperanza que salvó a los mineros

Los héroes de esta hazaña fueron los propios mineros y el presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien no creyó en sus asesores cuando le dijeron que se olvidara de los mineros porque ya estaban muertos, dijo a Excélsior Fred Slack, encargado de Desarrollo de Negocios de Schramm Inc., la firma que perforó el orificio que les salvó la vida.

Una primera perforación con equipos fabricados por esta empresa hizo posible que a 17 días de que la mina se colapsó el  5 de agosto de 2010, los mineros atrapados bajo una tumba de piedra de granito vieran ese conducto que les devolvió el contacto con el mundo y que sirvió para que les enviaran alimento, medicinas y otros avituallamientos.

“El presidente chileno prefirió escuchar la voz interna que le decía que los mineros todavía estaban vivos y exigió a su gabinete encontrarlos y salvarlos. Si no hubiera sido por su fuerte liderazgo, no habrían tenido ninguna oportunidad de sobrevivir”, explicó Slack vía telefónica desde Pensilvania.

Consultado sobre el problema de las empresas mineras que consideran que no vale la pena invertir tiempo y dinero para rescatar y mejorar la seguridad de sus mineros por temor a mermar sus utilidades, Slack explicó que para Schramm y para el gobierno de Piñera el rescate no solo revolucionó los sistemas de protección de los recursos minerales y humanos, sino que también elevó el prestigio de Chile ante el mundo.

“La cultura de hacer el bien antes que buscar las ganancias y de tratar con cortesía y respeto a los empleados, ha dado los mejores rendimientos a Schramm a lo largo de sus 111 años de existencia”, repondió Slack.

Y es que para la empresa fundada en 1900 por Chris Schramm como una fábrica de máquinas de motor y de compresoras de aire portátiles, el rescate se tradujo en un reconocimiento personal del presidente de Estado Unidos, Barack Obama, a su presidente de consejo, Ed Breiner, y a su técnico en jefe, Jeff Roten.

Para el propio Slack se tradujo en un Certificado de Reconocimiento que recibió de manos del secretario de Comercio de Estados Unidos, Gary Lock, y en otros premios y certificaciones de la Cámara de Comercio Chileno-Estadunidense.

“Tenemos cuatro generaciones de empleados en nuestra compañía y nos enorgullecemos muchísimo de fabricar el mejor producto que somos capaces de crear con nuestras tecnologías. Es por eso que la maquinaria que ayudó al rescate de los mineros ya estaba en Chile desde antes del accidente”, apuntó.

Otra recompensa llegó bajo la forma de una cauda de invitaciones a conferencias y de solicitudes de mineras de China, de Europa Oriental, de Sudáfrica y de otras regiones del mundo para que Schramm los ayude a mejorar sus sistemas de seguridad.

“Nos sentimos orgullosos de hacer el mejor producto que nuestras tecnologías nos permiten fabricar y de que nuestras máquinas sean diseñadas para durar mucho tiempo bajo condiciones de operación muy difíciles. Ese es el caso del modelo T 130 XE que perforó el orificio de nuestro ‘Plan B’ por el que los mineros salieron a la superficie y que, créanlo o no, tuvo cero pérdidas de tiempo a lo largo de todo el proceso”, agregó.

Tras el rescate, la publicación Seeking Alpha, publicó los comentarios del banquero de inversión Martin Hutchinson quien abogó para que los países “realmente bien administrados” como Chile ingresen a las grandes ligas de los inversionistas potenciales.

2011-10-10 06:18:00 http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=773704&seccion=global&cat=21

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