REPORTAJE
El proyecto ‘Memoria oral de la minería’ de MSM graba las vivencias de decenas de viejos mineros
Fidel Martínez ‘Pozano’.
Fulgencio Fernández / Sabero
Cada vez que entraba un ayudante nuevo se lo decía: chaval, siempre atento, que la mina tiene nombre de hembra pero se ha llevado por delante a muchos machos”. Es una de las frases , una sentencia filosófica más bien, de Máximo Álvarez, ‘El Grillo’, un veterano minero de Hulleras de Sabero residente en Casetas, que ha dejado esta sentencia y el relato de su vida en una grabación que forma parte de las casi 100 entrevistas que han grabado con mineros de las cuencas leonesas y palentinas para el proyecto ‘Memoria oral’, que viene realizando el Museo de la Siderurgia y la Minería, cuya primera fase ya ha presentado.
Hay mineros de todas las edades, recuerdos de la mina de antes y de la de ahora, de mineros con silicosis y sin ella, ingenieros y cuneteros, picadores y gentes del taller, hombres y mujeres, leoneses, andaluces, portugueses, caboverdianos… “Es la memoria de la minería, un sector aún vivo pero en peligro y, además, con muchas faenas y recuerdos que ya son historia, que el paso de los tiempos ha dejado en el olvido, como quedaron los carros o los arados en la agricultura”, señalaba Roberto Fernández, director del MSM, al presentar el proyecto.
“Yo nací el 9 de enero de 1931. Nací en Vega del Monasterio,después nació otro hermano y después otro, el del medio se murió. Cuando tenía 5 años estalló la guerra, mi padre fue a la guerra y mi madre nos trajo para Cubillas de Rueda. Ella iba a excavar para la gente que tenía muchas fincas, a sacar patatas y esos trabajos por dos pesetas al día. Ella trabajaba y mi hermano y yo tirando piedras por la calle. Después vino mi padre de la guerra y hacía adobes para la construcción y mi madre iba a la vendimia y al volver nos traía una cesta de uvas. Después mi padre vino a trabajar a Hulleras de Sabero, estaba allí de posada en casa de una señora…”. Así inicia el relato de su vida José Reyero, así la van detallando muchos de los mineros leoneses, con todo detalle.
Hablaba José Reyero de una fonda. También recoge el proyecto de ‘Memoria oral’ a una mujer que regentaba una fonda, en Sotillos, la de Isabel Fernández, de 80 años. “Yo nací en Gijón pero vine de niña para Sotillos, por problemas de la guerra, mi padre tuvo que venir para el valle de Sabero. Crecí aquí y me casé, tuve cinco hijos y mi marido se fue, entonces me tuve que poner a trabajar para alimentarlos y lo hice en la fonda de Encarna, en el año 1960. Hacía de todo, los recados, las camas, que eran 22 ó 23, planchaba, lavaba la ropa… Allí conocí a muchísima gente, los facultativos, los ingenieros, mineros, algunos eran fijos: don Amable, Soto, don Joaquín… Había dos comedores, uno para los que estaban allí fijos y otro para los transeúntes. Allí estuve 13 años, hasta que salió un puesto en el pozo y me cambié. Después enfermé…”.
Otra vida que abre mil recuerdos y el abanico de los oficios paralelos a la mina: las fondas, los transportes, las mujeres de la limpieza, las que trabajaron en las escombreras, las escuelas…
Muchas viejas historias de mineros empezaron cuando sus protagonistas aún eran unos niños. Maxi Álvarez ‘El Grillo’, que recuerda con una prodigiosa memoria las fechas, los sueldos, las canciones, contaba: “Me faltaban tres días para cumplir los catorce años el primer día que bajé a la mina”.
Historias de mineros, pero no solo de la mina, son muchas las vidas que recoge esta historia oral de la minería, como la de Fidel Martínez, ‘Pozano’, uno de los más veteranos, pero también con una memoria prodigiosa a sus 96 años. “Sí señor, yo soy, nací en Olleros hace 96 años, trabajé en la mina, estuve preso por rojo -que no sé donde me vieron el color pues yo me veo blanco como todo el mundo- volví a la mina, me jubilé, puse un bar, me cansé, lo cerré y ahora tengo una huerta… y a esta nieta que aquí está, Bea, bueno y otro nieto, Álvaro, pero ésta viene más por aquí”.
El sentido del humor es otro de los denominadores comunes en buena parte de los testimonios. Lo mostraba Pozano, también Maxi ‘El grillo’ y muchos más, como el portugues Faria. “Al llegar a España trabajé un mes en El Bierzo. Entraba a las siete de la mañana y salía a las siete de la tarde. El día que me pagaron nunca había visto tanto dinero juntopero como trabajaba tantas horas no tenía tiempo para gastarlo y pedí la cuenta”.
Eso lo hizo varias veces y llegó un momento que no encontraba trabajo. Se fue a la vendimia, después a Holanda. “No tenía ni un duro, fui a la embajada y me mandaron para Lisboa, pero me apeé en España y ya vine para Sabero, aquí trabajé más de 20 años”.
No faltan los testimonios de los accidentes, como recuerda el ingeniero Leoncio García, que perdió a su hermano Chuchi en uno.