El sector minero
El uso de agua de mar dentro de los procesos mineros se presenta como alternativa para disminuir la extracción de recursos hídricos provenientes de fuentes superficiales y subterráneas.
Todos los análisis apuntan a una misma conclusión. La estrategia de desarrollo que adoptó Chile hace más de 30 años, hoy está presentando algunas de sus secuelas. La incorporación de una economía orientada a la exportación de materias primas, ha llevado a un importante aumento del consumo del agua, sobre todo la de aquellas cuencas que se encuentran ubicadas en la zona norte y centro del país.
No obstante, se espera que esta tendencia continúe. Sólo en el sector minero se proyecta una inédita cartera de proyectos de US$67.000 millones, los cuales se concentrarán principalmente entre las regiones del Tarapacá y O’Higgins, áreas donde precisamente el agua es escaza. De hecho, el diagnóstico que elaboró el Banco Mundial sobre la gestión de los recursos hídricos en el país detalla que desde Santiago hacia el norte la media de disponibilidad de agua superficial está por debajo de los 800m3/persona/año, mientras que al sur de la capital supera los 10.000m3/persona/año.
A este escenario se suma la aún más limitada disponibilidad de agua producto de la disminución de su calidad y los efectos del cambio climático.
El rol de la huella del agua
La huella del agua es un indicador que sirve para medir el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir bienes o servicios consumidos por una persona, comunidad o empresa, la cual es medida en litros o metros cúbicos de agua por unidad de producto o por kilo de producto. Dicho indicador presenta tres componentes de medición: la huella azul (agua extraída desde fuentes superficiales o subterráneas); la huella verde (agua de lluvia no controlada) y la huella gris (agua residual).
Marcelo Olivares, académico de la división de Recursos Hídricos y Medio Ambiente de la Universidad de Chile, señala que en su génesis, la huella hídrica comenzó a ser aplicada en la agroindustria, por lo tanto muchos de sus indicadores están más vinculados a esta área productiva que a otras. “Es un manual que puede ser aplicado a todos los sectores económicos, productos, consumidores y países.
La huella del agua es un indicador muy estandarizado, cuyas complejidades se presentan cuando es asociada a aplicaciones específicas”, afirma.
Dentro de las complejidades que están relacionadas específicamente con el sector minero, se encuentra el agua desalinizada que en la actualidad es utilizada por algunas compañías mineras en sus procesos. “Si extraes dicho recurso y lo desalinizas, la pregunta es: ¿Esa agua contribuye a la huella azul? No podría estar vinculada con ninguna de las otras, porque no es agua residual o de lluvia no controlada”, precisa el docente.
Marcelo Olivares desarrolló la investigación “Análisis técnico de la huella hídrica como indicador de sustentabilidad del uso del agua en la producción del concentrado de cobre en la División El Teniente”, iniciativa donde planteó diversas interrogantes que deben ser resueltas. Una de ellas, es que están basadas en los límites geográficos ya que en las instalaciones mineras, las plantas de producción y los tranques de relaves se encuentran a grandes distancias. “¿Dónde fijas el límite? ¿Se incluyen los sitios de disposición de relaves? Y ahí no supimos responder… por lo tanto, proyectamos dos escenarios: la inclusión y exclusión de estas estructuras, cuyos resultados son bien distantes entre ambas huellas”, comenta Olivares.
Para hacer gestión se requiere de información. Dentro de esta línea, la gestión hídrica busca cuantificar, a través de indicadores o métricas, el uso y pérdida de agua al interior de los procesos mineros; verificar sus salidas, descargas e impactos para la toma de decisiones.
El académico de la Universidad de Chile indica que la huella hídrica cumple la función de ser un indicador de sustentabilidad en el uso del agua, sin embargo ésta puede ser uno- entre varios- de los objetivos que busca una gestión del recurso hídrico.
Gestión hídrica en el plan minero
Un yacimiento minero no vive solo en el espacio. Un yacimiento se inserta dentro de un sistema natural, el cual se encuentra junto a una cuenca hidrográfica.
James McPhee, investigador del Advanced Mining Technology Center (AMTC), afirma que las iniciativas que una minera realice o deje de hacer en materia de recursos hídricos van a impactar, de una u otra forma a las personas o instituciones que se encuentren aguas abajo.
Para cumplir con este objetivo, se debe tener conocimiento sobre lo que se está realizando. “No basta capturar con el agua que corresponde por derecho, usarla y dejarla ir. Sino que se deben tomar medidas para asegurar la no liberación de contaminantes al ambiente, cauces y acuíferos, y participar de comunidades de usuarios del agua para administrar dichos recursos en periodos de escases”, sostiene McPhee.
Javier Aylwin, ingeniero de proyectos de la Consultora Poch, recomienda la implementación de los sistemas de gestión desde la ingeniería conceptual del proyecto ya que sus costos son más reducidos.
Para asegurar una gestión sustentable del uso de las aguas, Yorka Retamal, jefe de proyectos del área de Producción Limpia y Gestión del Agua de la Consultora Poch, recomienda la realización de estudios que determinen el significado del uso de dicha cuenca, tanto en los niveles disponibles del recurso como las implicancias que trae aguas abajo, disminuir este cauce desde donde se extrae el agua.
En términos de eficiencia del consumo del recurso que presenta el sector, el estudio de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) “Consumo de agua en la minería del cobre” indica que la industria ha estado en esta dirección. De hecho, para el periodo 2000-2010 el sector logró un importante desacople entre las curvas de capacidad de producción, tanto para concentrado como para hidrometalurgia, y las de consumos de agua. El proceso de concentración tiene un aumento en la eficiencia hídrica de un 36% y para la hidrometalurgia de un 57%”
Sin embargo, no sólo la cantidad, sino también la calidad del recurso hídrico se pueden ver afectadas. Yorka Retamal indica que, en ciertas circunstancias, en los tranques de relaves se producen migraciones de contaminantes hacia las aguas subterráneas, y en los casos de cierre de faenas están las aguas de contacto y el escurrimiento de aguas.
Dichas problemáticas se abordan a través de seguimientos y monitoreos constantes de las variables ambientales que pueden afectar el uso y calidad de los recursos hídricos aguas abajo.
La dimensión social del agua
Javier Aylwin cuenta que para disminuir las barreras que poseen las comunidades frente a las diversas iniciativas mineras es conveniente involucrarlos desde las primeras fases del proyecto. “La idea es que sean considerados anticipadamente e informados de cómo el proyecto minero les va a influir, y de esta forma disipar las dudas que presentan”.
En el caso de James McPhee, investigador de AMTC analiza que la minería no es una actividad que se encuentra sola, sino que convive con otros usos del agua. “Si pensamos en la rentabilidad económica del recurso hídrico como un bien de producción, evidentemente no hay nada más rentable que la minería. Nada entrega tanto dinero por litro de agua como este sector.”
“Si supusiéramos que la gestión del agua sólo obedece a criterios económicos, esto significaría que todo el recurso debiera ser usado en minería, sin dejar nada a los otros sectores productivos. Si estuviéramos en un mercado perfecto, donde toda el agua finalmente se le asignara a la actividad más eficiente en términos económicos, toda el agua que existe en la zona norte se debiera destinar a la actividad minera”, comenta James McPhee.
El factor cambio climático
Chile es un país vulnerable a los efectos del cambio climático. Esta fue una de las conclusiones que llegó el informe 2010 de la Cepal “La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe”. En relación al sector minero, el informe concluye que para los próximos 30 años, las cuencas, donde se ubican los yacimientos, reducirán la disponibilidad hidrológica, producto de un incremento de la temperatura y, por ende de la evaporación, y de un descenso de las precipitaciones.
El ingeniero de proyectos de la consultora Poch indica que en el caso de la zona altiplánica se producirá un fenómeno de incremento de las precipitaciones. “No sólo aumentarán su nivel de frecuencia, sino también de intensidad, por lo cual una de las estrategias que debieran considerar las compañías es gestionar dicha agua a través de intervalos más breves; sistemas de captación con tanques superficiales o mediante almacenamiento subterráneo”, detalla Javier Aylwin.
Otro factor que destaca el profesional es el aumento de la temperatura, hecho que provocará que la línea isoterma cero se eleve, lo que hará que las reservas de agua sean menores. Frente a este escenario, las acciones de las compañías también deben estar orientadas a capturar dichos recursos.
Especialmente en la Región de Atacama se registrarán sequías, un aumento de la temperatura, y con ello la presencia del fenómeno de evaporación. “A mi juicio, la evaporación de las aguas tienen mayor impacto en las operaciones a rajo abierto, ya que existe un consumo considerable de los recursos hídricos para el control del polvo. Cerca del 15% de los volúmenes de agua son destinados a mojar los caminos, cuyo objetivo es controlar el polvo que se genera en las faenas”, cuenta Aylwin.
Si bien existen estudios que permiten prever el contexto climático del país, James McPhee enfatiza que “cada faena deberá tener su propio análisis para que evalúe todos los elementos del sistema”.
El documento de la Cepal agrega que la gran mayoría de las mineras se encuentran en una situación compleja debido a la disponibilidad del agua y concluye que una de las medidas a las que podrían recurrir es la desalación de agua de mar. Sin embargo esta medida incrementa los costos de producción, de 6 a 20 cUS$/lb y un incremento en la emisión de GEI producto del consumo de electricidad asociado al proceso de desalación.
Agua de mar: la alternativa para la industria
Es vista como la tecnología que permitiría a la industria disminuir sus extracciones de agua fresca, casi en un 100%. Sin embargo, las compañías deben enfrentar una serie de desafíos para su adopción.
Leonardo Romero Aranguiz, director del Centro de Investigación Tecnológica del agua en el Desierto (Ceitsaza), explica que en la hidrometalurgia no habría ningún problema en utilizar agua de mar directamente. Pero para los sulfuros, en cambio, si bien hay experiencias nuevas que sostienen que efectivamente se puede utilizar agua de mar directamente, son muy recientes y requieren de mayor investigación para analizar su comportamiento futuro.
“En hidrometalurgia, en la etapas de chancado y lixiviación se puede utilizar el agua de mar directa, sin embargo, en la fase de extracción por solvente y electro obtención de este proceso se debe utilizar agua de buena calidad o agua desalinizada”, sostiene Aranguiz.
En la concentradora, dependiendo de la mineralogía del mineral, es decir del material que se está concentrando, se deben hacer los estudios correspondientes para ver cuál es el comportamiento del uso del agua de mar directo.
La desalinización es un proceso que permite la eliminación del contenido de sales, logrando la obtención de agua dulce.
Romero explica que entre sus ventajas se encuentra la obtención de un agua de buena calidad, cuyo costo es de US$0,5 por m3. “El impacto positivo del uso de agua de mar desalinizada respecto de la comunidad lo podemos ver en Antofagasta, en que 1/3 de la población está bebiendo agua de mar desalada y los 2/3 restantes agua proveniente de la cordillera con un tratamiento físico-químico, dando solución con esto a uno de los grandes problemas que enfrentaba la población antofagastina hace diez años”.
La desventaja que tiene su uso en la minería es que los proyectos se encuentran a 3.000 m de altura y a 200 km de longitud, por lo tanto el agua debe ser bombeada, lo cual representa un costo aproximado de US$3 a US$4 por m3.