Lo oscuro del carbón o la Región Carbonífera de Coahuila

por | Abr 13, 2012 | 0 Comentarios

Entorno Económico

FEDERICO MÜLLER

viernes, 13 de abril de 2012

Tristemente esta parte del territorio coahuilense es noticia y atrae la atención mediática nacional e internacional, solamente cuando ocurren accidentes en sus minas, que siegan la vida de los trabajadores mineros.

Después de flamígeras declaraciones, compromisos, propuestas y actitudes voluntaristas, matizadas de sentimientos de afecto y mejora de los políticos nacionales y estatales; la vida y la realidad económica siguen su inexorable curso. Los vivos lloran a sus muertos, los políticos continúan sirviendo a sus gobernados y el obrero vuelve a su rutina laboral, como si no hubiera pasado absolutamente nada. Las condiciones de mejora, a raíz de las desgracias son insignificantes o marginales.

Los municipios de Juárez, Múzquiz, Progreso, Sabinas y San Juan de Sabinas forman la llamada Región Carbonífera de Coahuila, y según el Censo de Población y Vivienda de 2010, concentraron en su territorio alrededor de 175,000 habitantes, que representaron aproximadamente el 6 por ciento de la población total de la entidad coahuilense.

Sus actividades económicas han dependido desde el siglo XIX del aprovechamiento del carbón, sector minero que aportó en 2010, menos del 4 por ciento al producto interno estatal (PIB). Después de una reflexión poco profunda, hecha por un estudiante de los primeros semestres de economía, con razón puede afirmar que esos indicadores señalan la relativa poca importancia que tiene la región con respecto a la economía coahuilense en su conjunto. Sin embargo, también debe considerarse que su potencial minero, explotado racionalmente, y con objetivos de desarrollo regional, puede en un futuro cercano mejorar la calidad de vida de sus habitantes. En este artículo me aboco a señalar dos aspectos que frenan u obstaculizan su crecimiento económico equitativo.

LA EXPLOTACIÓN ARTESANAL DEL CARBÓN.- Ésta se puede ilustrar de manera original con los llamados pocitos, nombre popular designado a los emplazamientos mineros, que se caracterizan por excavaciones hechas en forma rústica sobre la superficie terrestre, con profundidades que van desde los 30 hasta los 70 metros de profundidad; hoyos que metros abajo se interconectan con galerías de aproximadamente 1.20 metros de altura, que recorrerá diariamente, encorvado, el minero, provisto de casco con linterna, guantes, pico, pala y carretilla, herramental que apoyará los esfuerzos físicos del carbonero en su faena de arrancarle al inerte yacimiento un trozo de mineral, que después transportará hacia un contenedor (bote), que lo llevará hasta la superficie.

Por lo general la boca de la mina no sobrepasa los 60 centímetros de radio y cumple una doble función, a través de ella suben y bajan los aperos mineros y los trabajadores; y es la salida de la materia prima; el mecanismo es simple, y nos recuerda las vetustas instalaciones mineras del siglo XIX del oeste medio estadounidense. Un malacate (máquina) activa y controla al ascensor, mediante un cable de acero, que pende de una estructura metálica, se regulan los accesos al interior de la unidad productiva (UP). Según testimonios de los propios trabajadores, la temperatura promedio en los tiros de la mina, asciende a los 30 grados centígrados.

La división del trabajo en la UP es vertical y plana, se conforma generalmente por apenas 25 obreros, sin jerarquía, que obedecen las órdenes de un capataz o contratista, quien cumple la función de responsable de la cuadrilla, autoriza el pase a la mina, siempre y cuando cumplan con los requerimientos mínimos físicos y mentales para sumergirse en las profundidades de su centro de trabajo; y antes de comenzar la jornada laboral, revisa los niveles de contaminación atmosférica en los socavones de la mina, porque el carbón despide un gas (metano) sumamente inflamable, y además al inhalarlo provoca graves daños en el sistema respiratorio del trabajador.

Es evidente que bajo esas condiciones laborales, arcaicas y riesgosas, la productividad del obrero será inferior a su colega que utiliza equipo automatizado en la explotación del mineral; el rendimiento promedio en una jornada laboral de 8 horas oscila entre 2 y 5 toneladas por trabajador. Si el contrato de trabajo fue a destajo, se recibe por cada tonelada extraída alrededor de 45 pesos. Su salario depende de su productividad, y generalmente los «carboneros» (mote popular para los mineros de la zona) reciben entre 800 y 1,200 pesos por semana. Que contrasta con la venta del carbón ya industrializado (lavado, homogeneizado…etc.) a las centrales termoeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), localizadas muy cerca de la ciudad fronteriza de Piedras Negras. El precio que paga la paraestatal por cada tonelada de ese oscuro mineral, oscila entre 850 y 910 pesos. Se da un provocador paralelismo con otro energético: el petróleo; por sus abultados márgenes de ganancia. Esto es, la diferencia monetaria que se da entre su costo de extracción de las entrañas de la tierra y su precio de venta al consumidor intermedio o final.

LA CULTURA DEL CARBÓN EN LA REGIÓN.- El mismo subdesarrollo económico y social de la región ha formado una sui generis cultura entre la población, que se manifiesta de varias maneras; una de ellas es la actitud de los jóvenes mineros hacia la vida, su desprecio a la muerte o hacia la propia existencia, se hace palpable cuando se presentan ante el capataz, en condiciones impropias para someterse a la riesgosa faena laboral, o pasan desapercibidos los mínimos señalamientos de seguridad. Hay estudios médicos sobre morbilidad regional que señalan cifras sorprendentes para el siglo actual; la esperanza de vida del minero no rebasa los 50 años.

Todavía en el año 2003 había modestas viviendas, asentadas en la periferia de la jovial ciudad de Nueva Rosita, Coahuila, cuyos moradores se alumbraban con veladoras al desaparecer del horizonte la luz solar. Paradójicamente, sus espacios habitacionales estaban edificados endeblemente, sobre un valioso energético; la cuenca carbonífera llamada Sabinas.

No hay que olvidar que Coahuila satisface cerca del 10 por ciento de la demanda nacional del fluido eléctrico. Estos aberrantes contrastes hacen de México un país único en el mundo.

http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2012/4/13/oscuro-carbon-region-carbonifera-coahuila-287862.asp 

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