COLUMNA
Gonzalo Carranza
Editor General G de Gestión
LA ACCIÓN de Fortuna Silver Mines cayó más de 30% en marzo. Ello se debió, en gran medida, a la publicación de sus resultados del cuarto trimestre del 2011, en la que se reportaron utilidades por debajo de las expectativas de los analistas. Un factor clave en esta decepción fueron los mayores costos que debió asumir la empresa en sus minas de Caylloma (Perú) y San José (México).
Esta realidad continuaría durante el 2012: la propia gerencia de Fortuna señaló que los costos de operación aumentarían a una tasa de 20%, lo que llevó a brokers como CIBC, BMO, Haywood Securities y Cormark Securities a reducir sus precios objetivo para la acción. La movida más radical fue la de CIBC, que bajó su target de C$ 9.00 a C$ 6.50, ante el “desastroso efecto” de dicha proyección en su cálculo del valor actual neto de la empresa.
El caso de Fortuna ilustra una realidad que no recibe la atención mediática que sí han tenido las oscilaciones de los precios de los metales, los conflictos sociales o la negociación de las nuevas regalías: la inflación de costos en la industria minera. Hochschild Mining, por ejemplo, estima que sus costos en el Perú subirán 15% este año, excluyendo royalties.
El aumento se da en la mano de obra, la energía, la maquinaria y la cada vez más ardua adquisición de talento ejecutivo. Ante ello, el inversionista debe preguntarse si la empresa minera que le interesa se ubica en una zona donde el problema inflacionario es particularmente agudo; si su tamaño y prestigio le servirán para la negociación con diversos proveedores y si la gerencia tiene planeadas acciones que reduzcan el riesgo de mayores costos, particularmente mediante formas de integración vertical como producir su propia energía o encargarse del tratamiento de sus concentrados.
http://gestion.pe/impresa/noticia/mineras-costos-sustos/2012-04-02/46955