La megaminería a cielo abierto es una actividad que por su enorme escala conlleva grandes impactos ambientales, como la destrucción de amplias zonas de bosques, el consumo masivo de agua limpia y energía eléctrica, la producción de drenaje ácido y de lluvia ácida, y el uso de sustancias altamente tóxicas como el cianuro en grandes cantidades. Esta ampliamente documentado que la megamineria tiene ademas efectos negativos en las comunidades donde se desarrolla y en la economia de los paises. Por todo esto, naciones como Costa Rica han prohibido la megaminería a cielo abierto, prefiriendo proteger sus recursos naturales y aprovecharlos de forma mas beneficiosa y sostenible.
Drenaje Ácido de Mina
Las minas a cielo abierto exponen amplias superficies de roca al aire libre. En los lugares en que las rocas contienen sulfuros, como en Pueblo Viejo, la exposición al oxígeno y a la lluvia provoca una reacción química que produce ácido sulfúrico. Esta sustancia puede a su vez liberar otros elementos como arsénico, cadmio, mercurio y plomo, que son sumamente tóxicos, y que drenan hasta llegar a los arroyos y ríos cercanos. Este Drenaje Ácido de Mina (DAM) es una de las peores formas de contaminación producida por la megaminería, pues es muy difícil de controlar, perdura por cientos o incluso miles de años y puede eliminar toda forma de vida acuática a lo largo de kilómetros de ríos. La señal de que un río está contaminado con DAM es la presencia de una capa rojiza o anaranjada, como en el arroyo Margajita y el Arroyo Hondo, que desembocan en la Presa de Hatillo (la mayor de la República Dominicana y de toda la región del Caribe), así como los arroyos Mejita, El Rey y Guardianón, que desembocan en el río Maguaca, todos los cuales están contaminados con DAM producto de las operaciones en Pueblo Viejo. La reapertura y agrandamiento de la mina planeada por Barrick puede incrementar los niveles de DAM en estas fuentes de agua.
“Mínería responsable”, el nuevo discurso de las mineras multinacionales
La resistencia a los grandes proyectos mineros por parte de comunidades locales, grupos ambientalistas y defesores de los derechos humanos ha logrado cerrar proyectos, dilatar la apertura de otros y disminuir financiamiento para minería. La reacción de las grandes empresas mineras ha sido la de lanzar una gran estrategia de relaciones públicas que promueve la idea de una nueva minería que es “amigable con el ambiente” y “responsable con la sociedad”. La realidad es que la megaminería, por su enorme escala espacial y por el uso masivo de tóxicos, sigue siendo una actividad nociva y riesgosa para el medio ambiente y la salud pública. El verdadero propósito de la “minería responsable” es desviar la atención del público hacia proyectos ecológicos y donaciones hecha por la empresa, y evadir así la discusión de los impactos del proyecto, como el uso de cianuro, el consumo masivo de agua potable, la devastación de amplias zonas de bosque y la contaminación con Drenaje Ácido de Mina.
Los efectos sociales de la megaminería
Los países cuya economía depende de la minería suelen tener menor crecimiento económico, mayores niveles de corrupción y mayores conflictos civiles. En economía, la minería se califica como un sector de uso intensivo de capital, es decir, que genera muy pocos empleos en comparación con la enorme cantidad de dinero invertido y generado. Además, la migración de un gran número de trabajadores hombres hacia los proyectos mineros suele aumentar problemas sociales como la prostitución, el alcoholismo, la drogadicción, el crimen, el abuso doméstico e infantil, y las enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA. De acuerdo a una evaluación independiente realizada por el Banco Mundial en 2001, las inversiones en minería han constituído una amenaza para los pobres y el medio ambiente, y han estado asociadas a violaciones de derechos humanos y derechos laborales.
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