Trabajar para morir

por | Jul 29, 2012 | 0 Comentarios

LEOPOLDO RAMOS

domingo, 29 de julio de 2012

Esclavitud y muerte en las minas de carbón

*Obreros, obligados a borrar evidencias

*¿A quién le conviene una ley inaplicable?

 

Les dije: ‘¡ahora vamos a sacarlos y cargarlos con las manos!’, pero el ingeniero no quería que los sacáramos, quería que los dejáramos ahí hasta que viniera el Ministerio Público.

Entonces le pregunté ‘¿pero para qué quiere al ministerio público?’ Al no llegar auxilio le dije al chofer que trajera una ambulancia o un médico para saber si estaban vivos o nada más golpeados, los arrimamos a la plancha y nos dijo el ingeniero ‘mételos de nuevo, ¡pronto!’

«Fuimos por la camilla y nos ordenó ‘ahora sí, váyanse todos’. Nunca llegó auxilio. El ingeniero no les permitió el paso al médico de la empresa y a la ambulancia, les dijo que ya no había nada que hacer. Habíamos 16 compañeros a quienes nos tenían que revisar el oído porque fue muy fuerte la explosión; nosotros queríamos que viniera gente a checar a los que estábamos afuera, pero no hubo nada de eso».

La narración forma parte de los diálogos que representantes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) tuvieron con carboneros de Sabinas, Nueva Rosita, Múzquiz y otros municipios, y están integrados en el Informe especial sobre las condiciones de seguridad e higiene en la Región Carbonífera del estado de Coahuila que publicó en 2011.

En el diálogo que se cita, un minero dibuja a los enviados de la CNDH la forma en que las empresas administran el caos cuando viene la tragedia. Nunca se hacen al lado de las víctimas y siempre buscan la forma de tapar evidencias, como ocurrió en otro accidente, cuando un grupo de obreros fue obligado a bajar a un pozo de carbón que había explotado. Este es el diálogo correspondiente.

«Yo llegué a la mina, el supervisor que estaba me dijo: ‘el ingeniero dejó esto, hay que polvear para tapar evidencias’.

«¿Polvear? ‘Sí. Con polvo inerte para neutralizar el carbón’. El polvo del carbón en una explosión puede ser como pólvora, pero ese polvo lo neutraliza, fue lo que hicimos para que no hubiera evidencia de lo ocurrido».

La Región Carbonífera de Coahuila parece condenada a la tragedia recurrente. Sus habitantes están resignados a padecer la pérdida de seres queridos y en muchos casos a que sus restos queden atrapados para siempre a 50, 100 o 700 metros bajo tierra.

«Se me van dos pedazos de mi cuerpo y de mi corazón. Ahora me tocó a mí», alcanzó a decir entre sollozos el señor Pedro Alcalá Ortiz cuando recibió el abrazo solidario de un amigo por la muerte de sus hijos Pedro Ervey y Héctor, de 39 y 33 años de edad, dos de los siete trabajadores que el miércoles 25 perdieron la vida en un pocito de carbón.

Pero, ¿en realidad la comunidad minera de Coahuila debe tener ese grado de resignación? Si se consideran el índice de riqueza y las expectativas de desarrollo que hay en torno a la explotación del mineral, la respuesta es no.

Las probabilidades para el sector minero son favorables y en ese positivismo está incluida la extracción del carbón, aún cuando en buena medida aquí se hace de forma rudimentaria.

En 2011 se invirtieron en el mundo 17 mil 200 millones de dólares en exploraciones mineras, cifra 53.6 por ciento mayor que la de un año antes. La mayor inversión fue para países latinoamericanos y de éstos México se convirtió en el principal destino y en el cuarto a nivel global. (Fuente: Metals Economics Group, MEG).

Según el Anuario Estadístico de la Minería Mexicana Ampliada que elaboran la Secretaría de Economía y el Servicio Geológico Mexicano, Coahuila aporta el 100 por ciento del carbón térmico que se produce en el país (11 millones 246 mil 639 toneladas).

El mineral se utiliza en las dos plantas carboeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad en el municipio de Nava, donde se genera una cuarta parte de la energía eléctrica nacional.

En su tesis «El carbón en México», Robert Bruce Wallace Hall, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, calcula que en 2015 «la participación en la producción mundial de electricidad mediante el uso de carbón» podría ser del 44 por ciento.

En Estados Unidos, añade, «el carbón seguirá siendo la fuente principal de su energía para la generación de electricidad durante el futuro predecible» y establece que hacia 2030 el crecimiento de la explotación del carbón para generar electricidad será por arriba del cuatro por ciento anual.

Entonces, ¿dónde está la falla? ¿Por qué no profesionalizar por completo la actividad productiva vinculada al carbón? ¿Por qué no invertir en un sector con futuro y alta rentabilidad?

Coahuila tiene algunas de las minas más modernas y equipadas de América Latina, con tecnología de punta, mecanismos de seguridad eficaces y donde el nivel salarial es aceptable. Sin embargo, en contraste, esos desarrollos mineros son vecinos de otros donde estas características no se cumplen ni al mínimo.

En esas trampas mortales la extracción del mineral no sólo es rudimentaria, también es primitiva y con altas dosis de esclavitud (los obreros trabajan agachados jornadas de seis y ocho horas), como lo ha denunciado el obispo Raúl Vera López. «¿Por qué tenemos que dar empleos mortales?», se cuestionó con motivo del último accidente minero.

También es inexplicable que aún cuando existen salidas legales para evitar más muertes dentro de pozos de carbón, los involucrados no logren ponerse de acuerdo para implementarlas. Lo que hace explosivas a las minas es el gas metano y la alternativa está en la posibilidad de que antes de sacar el carbón se extraiga el gas de los yacimientos.

Según Luis Camacho Ortegón, director de la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Coahuila y especialista en geología y gestión de recursos minerales y energéticos por la Facultad de Ciencias de la Universidad Henri Poincaré-Nancy 1, de Francia, la desgasificación bajaría 70 por ciento el riesgo de explosiones.

No sólo eso. Los empresarios aprovecharían el metano de sus yacimientos para generar energía eléctrica y con ella movilizar su mina, reducirían gastos de operación, elevarían sus utilidades y podrían invertir más en seguridad.

Pero la cosa no es tan fácil, pues aún cuando particulares pueden aprovechar el metano, hacerlo elevaría costos en lugar de reducirlos debido a la cantidad de impuestos que deberían pagar al gobierno federal.

¿A quién le sirve una ley que no se pueda aplicar? Quizá a los interesados en que la minería mexicana no se desarrolle para mantener las importaciones de ese mineral, pues si bien aquí hay bastante, no se extrae lo suficiente para garantizar la producción de las plantas carboeléctricas de la CFE.

Correo-e: ramos_leopoldo@hotmail.com

http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2012/7/29/trabajar-para-morir-307824.asp

 

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