- La contaminación que genera repercute en la producción de alimentos y materias primas
- Minera Real de Angeles dañó 4 mil 800 hectáreas para siembra; ya no hay producción
La Jornada Zacatecas/MARTIN CATALAN LERMA
En la historia reciente de Zacatecas la contaminación generada por la actividad minera ha provocado daños sociales, ambientales y de salud a lo largo y ancho del territorio estatal, muestra de ello son los casos de Noria de Angeles, Villa González Ortega, Vetagrande, Río Florido y actualmente en Mazapil, con diversos proyectos mineros que operan con anuencia de Gobierno federal y estatal.
En una investigación realizada por Martha Guerrero Ortiz, docente investigadora de la Unidad Académica de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), y Gildardo Gaitán, se explica que en la entidad hay más de un millón de hectáreas que se destinan a la explotación minera, pero ante la contaminación que produce, ha sido una de las principales causas de la pérdida de tierras para la agricultura y, por consiguiente, de la producción de alimentos y materias primas.
Aunado a ello, expone que además se trata de una actividad que afecta de manera directa e indirecta a los habitantes de las zonas donde se llevan a cabo esos proyectos, principalmente en el ámbito de la salud debido a los altos niveles de contaminación del subsuelo y los acuíferos que produce la propia minería.
En el caso de Noria de Angeles y Villa González Ortega, la investigación revela que la minera Real de Angeles afectó 4 mil 800 hectáreas de terreno para la siembra y ese territorio fue devastado, a tal grado que en la actualidad la producción de maíz y frijol es nula.
Guerrero Ortiz recordó que esa minera se inauguró durante el sexenio del presidente José López Portillo y explotaba una veta de plata a tajo abierto, por lo que era considerada la más grande del mundo. Ello la convirtió en el soporte económico de ese municipio y esa región del estado, pero después de ser abandonada por las empresas de origen canadiense, Noria de Angeles es un municipio sumido en la marginalidad.
El impacto ambiental de la actividad minera, explicó la académica, se evidencia con la modificación de la superficie terrestre, la eliminación del suelo y la resequedad en las zonas circundantes, la disminución de las actividades y rendimientos agrícolas, la eliminación de vegetación, así como la destrucción y modificación de la flora y la fauna, además de que el entorno queda afectado al perder su atracción paisajística.
En la actualidad, la agricultura ya no es posible en la zona circundante a esa minera, ni tampoco el pastoreo de animales de vacuno y caprino, debido a la formación de pantanos de agua contaminada con diversos tóxicos, entre ellos el cianuro, y las tierras de cultivo, ubicadas en zonas más lejanas, han sido afectadas por los polvos de la presa de Los Jales.
En relación a los problemas de salud que se generaron por la contaminación de la explotación minera, Guerrero Ortiz mencionó el plomo en la sangre, lo que detiene el crecimiento físico y conduce a problemas auditivos, visuales, renales y cáncer en los huesos. También se detectaron enfermedades pulmonares, bronquitis, cáncer de pulmón y silicosis, producida esta última por la respiración del polvo de la mina.