Ixtacamaxtitlán: el progreso según los geólogos de Almaden Minerals

por | Ago 2, 2012 | 1 Comentario

Ecologí­a Desde agosto del 2010, ya llevan 143 barrenos


Por Sergio Mastretta
Jueves, 02 de Agosto de 2012 | 21:54

Segunda Parte

El realismo desarrollista de Roosvelt

Santa María Zotoltepec, Ixtacamaxtitlán, Pue. Almaden Minerals, Ltd., exploradora canadiense que descubriera yacimientos de oro en la cuenca alta del río Apulco, y tiene concesionadas más de 88,000 hectáreas del subsuelo de la Sierra Norte para la exploración minera, y 56,990 en este municipio, tiene su propia versión de futuro para las comunidades de alta marginación en México. Y de ello nos enteraremos en esta asamblea informativa que la comunidad de Santa María organizó la tarde del 29 de julio pasado.

Los canadienses están en la primera línea de asalto al subsuelo de Ixtacamaxtitlán, Libres, Zautla, Ahuazotepec y Xicotepec; Almaden Minerals explora yacimientos, proyecta en millones de onzas sus posibilidades extractivas y vende su descubrimiento a las poderosas compañías mineras canadienses como Goldcorp, tal y como ha pasado en Caballo Blanco en Veracruz. Por lo pronto, y desde agosto del 2010, ya llevan 143 barrenos en los últimos dos años en lo que han bautizado como “Ixtaca Zone”. Los activistas ambientales que nos oponemos a la instalación de explotaciones mineras a cielo abierto en la sierra por las consecuencias brutales sobre el medio ambiente y la realidad histórica y cultural de los pueblos serranos hemos denunciado el proyecto de Carlos Slim en Tetela. Y esas voces críticas al desarrollo minero han llegado a los oídos de las familias en Santa María. En el galerón que cumple funciones de auditorio las dos partes convocados por el Inspector y la Jueza de Paz de Santa María se da la sesión informativa.

1.- Primer acto. 4.30 de la tarde en el auditorio de la inspectoría de Santa María Zotoltepec, en el municipio de Ixtacamaxtitlán, a tres kilómetros de Ixtaca Zone, la serranía en la que Almaden Minerals, exploradora minera canadiense, encontró oro el 9 de agosto del 2010. A la entrada del auditorio se encuentra el grupo de Almaden con las personas que hemos venido a contar la experiencia en Tetela. Han estacionado afuera dos camionetas; al final del evento, contaré unas diez pick ups, muchas de ellas con equipos de trabajo y herramientas. Se ve que vienen del campo, a pesar de ser domingo.

“¿Quién es el líder?”, se escucha decir a un hombre mayor con gorrita blanca y vozarrón de sargento. Es obvio que es la representación canadiense.

“Aquí nadie es cabeza”, zanja de plano la Ambientalista.

“Tenemos once años aquí –dice un hombre joven, con chamarra negra cerrada al cuello y botas de explorador, al que después identificaré como Roosvelt, y a quien acompaña un joven a quien aquí me referiré como “el chiapaneco”–, la gente nos conoce, estamos haciendo todo correctamente, con los permisos necesarios, cumpliendo con todo lo las reglas disponen, así que lo que dicen que está ocurriendo es mentira.

“Bueno, pero todavía no están operando la mina”, le digo yo.

“Estamos en exploración, tenemos muchos años en eso.”

“¿Cuándo empiezan la mina?”

“No se sabe”, dice el geólogo chiapaneco.

“Nunca se sabe –dice Roosvelt–, puede no convertirse en una mina, no tenemos idea de si va a ser una mina o no. Ustedes dicen que usamos cianuro, ¿dónde?”

“Estaría perfecto que se vieran los hechos”, sigue el chiapaneco.

“Pero es una mina a cielo abierto…”, dice la ambientalista.

“¿Cómo saben?”

“Es obvio que van a hacer una mina a cielo abierto…”

“¿Quién dice eso?, ¿quién dicen eso?”, se escucha la recia voz del canadiense Morgan Norm Dirk, el ingeniero geólogo que dará la cara por Almaden esta tarde. Así se le verá toda la sesión, enojado, duro, oculto el pelo cano en una gorra blanca de beisbolista.

“Les estamos preguntando…”

“Estamos en un fase de exploración, nada más”

“Okey, estamos preguntando si va a ser una mina a cielo abierto, si la respuesta es que están en exploración, okey, that’s enough”

“Pero hay otro asunto aquí –grita el ingeniero–. La información que ustedes están dando es falsa, hay mucho mala información.”

“Pero no tiene que gritar”, responde la ambientalista.

La conversación regresa con los geólogos Roosvelt y el chiapaneco. Un hombre de Santa María les pregunta: “¿Y para qué sirven los listones.” El chiapaneco se impacienta, no se explica que le pregunten eso. El ingeniero Morgan da la vuelta al grupo y se pone al lado del hombre que ha preguntado.

“Nosotros no trabajamos así –dice el chiapaneco–, nunca entramos a una propiedad sin permiso”

“Bueno, esa es una –dice el hombre al que el ingeniero Morgan mira fijamente, sin perderle una palabra–, otra, estamos enterados de que van a perjudicar todo aquí, nosotros queremos saber, porque si no, no los dejamos.”

“Eso es lo que nosotros quisiéramos saber –responde el chiapaneco–, ¿de qué forma vamos a perjudicarlos. Si usted fuera con nosotros a ver el trabajo que realizamos, verá que prácticamente no se está perjudicando en nada.”

“Uno puede ir a ver dónde están barrenando, pero como uno no sabe… Y ya vimos que en Tetela están en huelga.”

“Eso es enteramente ajeno a nosotros, somos ajenos a esa empresa, nuestro centro de trabajo es Santa María, y con la responsabilidad y compromiso que tenemos por el medio ambiente, con la limpieza, con tener buenas relaciones, nosotros absolutamente nada tenemos que ver con Tetela. Que hay empresas que no pueden cumplir con las normas, es su problema, nosotros estemos cumpliendo con las normas de Semarnat, con las normas de la Secretaria de Economía, tenemos todos los permisos legales.”

Se interrumpe esa conversación con la opinión de la ambientalista sobre lo que vendrá con la mina cielo abierto, particularmente con el consumo excesivo de agua y uso del cianuro. Entonces interviene Morgan:

“Pregunte a la gente si están sufriendo de falta de agua”, dice.

“Ahorita no, ¿pero qué va a pasar con la mina…”

“¿El cianuro, para separar el oro y la plata…?”

“Hay cien minas en Estados Unidos –afirma Morgan, mientras el chiapaneco sonríe condescendiente–, que usan cianuro y nunca ha estado un accidente con cianuro… ¿Qué dice de eso?”

“Usted dice que nunca ha ocurrido un accidente con cianuro en el mundo?”

“Estoy hablando de las empresas que trabajan aquí, de Canadá y Estados Unidos, no ha estado ningún fatalidad, accidentes graves con cianuro.”

2.- Segundo acto. Roosvelt frente a unas cincuenta personas sentadas, la mayoría mujeres. A su mano izquierda, de pie, han formado en tribuna los empleados de Almaden, en su mayoría campesinos reconvertidos en mineros exploradores.

“Repartieron una hoja que contiene información falsa, sensacionalista –dice para arrancar, u su mano levanta unas cuartillas que en la próxima media hora acompañarán los movimientos de sus manos y sus ilusiones y sus agravios contra los que él llama ‘ambientalistas’–. Yo tengo otra, con ella voy a contestar punto por punto, con una explicación un poquito más detallada, real, no sensacionalista, información real y detallada, sin tratar de hacer bulla ni nada. Todo esto para que ustedes hagan un poquito de conciencia y recuerden cómo ha funcionado la empresa y cómo los ha tratado a ustedes.”

Roosvelt se arranca con la pregunta uno, que cuestiona el desarrollo y el progreso que generan las minas, y textual: no existe en la historia uno solo país que haya dejado de ser pobre porque empresas trasnacionales exploten sus riquezas minerales”. Va la respuesta del joven geólogo: “Esto es una gran mentira, si vamos a la historia del mundo y de la humanidad, muchísimas de las culturas que han existido han existido gracias a los minerales, por que si se encuentra un gran mineral viene un gran desarrollo económico y así se han construido muchísimas ciudades, y no nada más en el mundo, en México, muchas de las capitales, la evolución de la minería en México obedece a la minería en las ciudades, la misma ciudad de México, y en otros países, en Chile, minas como la de Chuquicamata… y en Canadá, muchos dicen, no que las empresas canadienses bla bla bla, (lee el ejemplo brasileño y el ejemplo suizo sobre empresas mineras en Canadá) ¿Por qué permiten una empresa extranjera en su país? Porque paga impuestos. El problema que ellos como ambientalistas presentan no es el problema de la minería en sí, es un problema de administración, México ha sido un país mal administrado, pero eso no significa que la minería como tal tenga un mal. (Y ahora mirada inquisidora) Yo le pregunto a la señorita que viene con su cámara, con su celular, ¿de dónde vienen? ¿De dónde viene la gasolina con la que llegaste aquí? ¿De dónde vienen sus zapatos, y sus lentes y sus cámaras del primer mundo? (Y ahora sonrisa irónica) Es lo único que les pregunto… Todos los objetos que ustedes usan son de la tierra, vienen de algún lado, y México es uno de los principales productores cuarenta y cinco metales en el mundo… ¿Y de dónde vienen? De lugares como este (movimiento abarcador del brazo). El hecho de que se construya una mina a cielo abierto o una mina bajo suelo, obviamente tiene un daño ecológico, así como tiene un daño ecológico una carretera o una construcción de una fábrica… El problema es que lo han hecho mal. (Ahora la mano izquierda al corazón) Nosotros somos una empresa responsable, lo hemos sido desde el principio, ustedes pregúntenle a la comunidad cómo los hemos tratado. Si yo tuviera que hacer una generalización y a partid de ese momento decir yo conozco una empresa responsable, la minera Gavilán, la minera Cerro Grouse, esas son empresas socialmente responsables, desde Canadá hasta aquí, nosotros no somos un gigante explorador, somos una empresa junior, pero bien organizada, bien armada, respetamos las leyes, que queremos hacer las cosas bien porque a final de cuantas a ustedes les conviene. Tenemos once años aquí, hemos generado empleos, once años, en etapas, al principio a lo mejor dos tres, ¿y cuántas hay ahorita?, ¿cuál es la derrama económica? Es enorme…”

Lo interrumpen por primera vez, una muchacha, y la pregunta es la más certera:

“¿De qué magnitud hablamos, porque usted lo dijo, va a haber una afectación, un daño”

“Yo estoy tratando de ser realista con ustedes, no vengo aquí a decirles no va a pasar nada… Obviamente una mina ya sea a cielo abierto o de subsuelo va a tener un daño, van a haber carreteras, se abre la tierra en caso de que sea necesario,  porque se hace un hoyo o a lo mejor se hace un túnel y empiezan a llegar más carreteras y se va haciendo esto más grande. Obviamente, a esta altura de la tecnología y del conocimiento que existe a nivel de la ingeniería, se tienen reglas internacionales del cianuro, de las presas, de todos los cuestionamientos que deben existir, hay reglas que México tiene que cumplir. Y sí, va a haber un daño ecológico, se va a tener que quitar árboles, pero ¿qué es lo que genera esto, tú tienes que pensar en el futuro. ¿Eso cómo se llama?: desarrollo, desarrollo y progreso, así funciona la economía… El problema no es la mina, si quieres combatir eso tendrías que cambiar todo el sistema económico del país, y eso no va a suceder. Hay que trabajar para hacer las cosas bien, obviamente las cuestiones ambientales y a nivel de la economía de la mina…”

Ese es Roosvelt. Y en su carrera deja de lado lo que trae por escrito en el texto: que han apoyado con pintura y mano de obra la remodelación de palacio municipal de Santa María, que han dado dinero para las fiestas patronales, que han construido los baños públicos y el salón de usos múltiples (el auditorio que nos resguarda), que pusieron los postes de la cancha de básquet y que además apoyaron su techado, que donaron material didáctico para el kínder y el equipo de sonido para la primaria y una bodega para la secundaria y las porterías y las redes y los balones para el equipo de la preparatoria, que han mantenido el camino entre Santa María y Zacatepec y que aportaron la retroexcavadora para el sistema de riego en Zacatepec, y que donaron las válvulas y la tubería para reparar las fugas de agua en Zacatepec, y que les reconstruyeron un vado vehicular, y que construyeron un cuarto en la iglesia de Zacatepec. Y que los ingenieros han sido padrinos invitados de honor en fiestas familiares, y que han hecho donaciones en los funerales, y que están “básicamente integrados a la comunidad”. Y rematan: “Por ningún motivo la empresa permitiría actos de delincuencia ni prostitución, algo que no existe ni en Santa María ni en Zacatepec”.

“Okey, la pregunta dos –continúa Roosvelt–, que la mina no genera empleos locales duraderos… Bueno, eso ya lo respondí, yo soy mexicano, del Distrito Federal, aquí tenemos puros mexicanos trabajando, él es de Chiapas, y tenemos gente de Sonora, de Chihuahua, pero de 72 personas empleadas, unos quince no seremos de aquí…

Otra mujer vuelve a interrumpirlo: “¿Y cómo fue que llegaron aquí?”

Ahora viene una mirada condescendiente:

Se realizaron muchos estudios a nivel de… se vuela, se hacen estudios de geoquímica, de geofísica y se detectan ciertas anomalías, y entonces llega alguien, camina la zona y ve que sí existe un potencial económico, pero esto tiene muchísimos años de trabajarse. Claro, la secretaría, la misma cámara de minería tienen que dar ciertos permisos y concesiones, abre un concurso, dice existe tal lugar con estas condiciones, estas anomalías que el mismo servicio geológico mexicano conoce y dice, ¿quién quiere invertir?, ¿quién quiere meterle lana a esto.

Nueva pregunta: ¿tienen todos los permisos?

Al día, y los invitamos a que los vean. Hemos ido con el presidente municipal, hemos estado en juntas aquí con la gente, hemos presentado todos nuestros permisos, y ustedes vieron los trabajos que hicimos de reforestación, y todos esos permisos son parte de la ley, parte del acuerdo…

Una pregunta más, una joven: ¿y todos los árboles que están tumbando?

Yo te invito a que vayas a ver lo que hacemos. En un cacho de cuatro cuadros así (ahora hace un círculo a su alrededor), en donde se quita toda la vegetación, si tú vas ahorita a lo que se hizo un año atrás, después de dos temporadas de lluvia te invito a que vayas a ver, no pasó nada, ya hay pasto, ya hay cactus, ya hay crecimiento, ya hay un árbol, ya no hay nada…

Nueva intervención, una señora: “Yo les pregunto a quienes hacen esas preguntas, que piensen en la contaminación de los envases, ¿cuánto tiempo tarda en descomponerse…?”

Buena oportunidad para Roosvelt: “Así es, yo ando caminando en el campo todos los días, y está lleno de basura, y ustedes hablan de…, pero nos estamos desviando, quiero terminar de responder esto…”

Pero lo interrumpe una nueva participación: “Mire, todos los que estamos acá sabíamos desde un principio, sin engañarnos absolutamente nadie, sabíamos, desde el momento en que ustedes llegaron, no somos niños de un año, no somos tontos, sabemos el daño que ocasiona, sabemos todo el proceso. Entonces, por qué hasta estas alturas queremos detener algo que ya avanzó, eso hubiera sido al principio, entonces yo no entiendo a estos chavos…”

“Yo hace dos años no sabía –continúa Roosvelt–, o sea, el desarrollo que nosotros tenemos es muy lento, ¿por qué?, porque nosotros vamos descubriendo cosas, pero es un proceso muy lento, pero si yo hoy tengo todo el potencial económico para quedarme aquí y seguir extendiendo mis trabajos, lo puedo hacer, pero si me doy cuenta después de que lo que encontré no me sirve de nada, que la alteración que yo encontré pues no era lo que yo esperaba y que no tiene ningún potencial económico lo consideraré…

De nuevo la señora: “Es que todos lo sabemos, seríamos verdaderamente tontos si no supiéramos lo que ocasiona, sí lo sabemos, sabemos nuestros derechos, pero yo veo acá como un enfrentamiento, no sé entre qué empresa y qué empresa, no lo sé explicar…”.

Y ahora la interrumpe otra mujer: “Sabemos que esta etapa de exploración ha sido favorable para los de aquí, pero qué pasa cuándo tengan los resultados para decir ‘voy a hacer la mina’, no sabemos cuál es la magnitud, ¿qué impacto va a tener con la naturaleza?”

Va de nuevo Roosvelt: “Obviamente, lo que ellos (se refiere a los ambientalistas) han señalado se refiere a cuando ha habido errores, una falta de administración a nivel técnico, en un nivel de ingeniería… (pero) si tú haces las cosas bien no tiene porqué haber esos errores. Si yo a partir de este momento llevo el tiempo y lo acelero (y si, sus manos y sus brazos extendidos al frente dan a entender que contiene al tiempo) y empiezo a ver una mina tun tun tun, vamos en el tiempo, pero entonces también vean los otros factores, o sea, esto tiene un desarrollo económico (murmullos que interumpen), déjame terminar, esto tiene un factor económico muy importante. ¿Qué es lo que pasa con una mina a cielo abierto? Si una mina a cielo abierto se desarrolla en esta zona, ¿cuántos empleos crees que se pueden generar? (Y ahora la mano desplaza el aire hacia su izquierda), y durante un largo periodo de tiempo…

“¿Cuánto tiempo?”, le pregunta una ambientalista de Unitierra).

“Todo el tiempo, diez años, quince años, veinte, hay minas que tienen cien años…”

“¿Y eso es suficiente para matar la tierra?”

“Pero es un solo lugar…”

“¿Y las enfermedades que provoca?”

“¿Qué enfermedades?”, Roosvelt no puede creer lo que escucha.

“Las de Guatemala…”

“Eso son errores…”. Y ahora fija la mirada en el papel con sus respuestas.

“No te rías, hay gente que tiene cáncer, hay gente que nace con deformaciones…”

“Esos son errores…”. Pero bien a bien, hace rato que el joven geólogo ha perdido la ironía, no digamos una sonrisa. Y la mirada ya no sale del papel y de la seriedad que lo contempla.

“No te puedes reir de las enfermedades de la gente, en Chiapas, en Chicomosuelo hay gente que se está muriendo de cáncer.”

“Okey, voy a seguir adelante…”, dice Roolvelt. Ahora definitivamente no despega la vista del papel: “Dicen que no hay mejoría en las comunidades, y que se provoca división entre y dentro de las familias, y que hay incremento de la prostitución y delincuencia… Yo les pregunto, ¿han visto esto…?

Varias voces: “Ahorita no, pero cuando pongan la mina…”

“Por eso les digo, esto depende de una empresa responsable… Vuelvo a lo mismo, eso es un problema de México, eso es un problema del país… Tú tienes que pesar esto en una balanza… Yo estoy siendo realista, hay que razonar las cosas, hay que ponerlas en una balanza, si la comunidad decide que nosotros nos vayamos (y ahora sus manos van de adentro hacia afuera), ¿qué pasa…? ¿Qué pasó con el empleo (y sus manos disuelven el aire), qué pasó con la gente? Todo el derrame económico (ahora el papel recorre por su mano una trayectoria de arriba abajo).

“Nada más hay empleo para unas personas, siempre los mismos”, dice junto a mí una mujer de unos 45 años, que bien podría trabajar como secretaria en una oficina en la ciudad de Puebla. Habla, pero Roosvelt está en otro lado, con otra pregunta. Yo la escucho: “¿Qué pasa ahí? ¿Por qué no me contesta mi pregunta?”

Ahora le responde un minero: “Sí nos han dado empleos, yo ya llegué a ser perforista”.

“Sí, pero siempre son los mismos, desde hace once años…”. A esta señora nadie la baja de su idea.

Alguien ha hablado más fuerte, también una mujer: “Estaremos como antes de que ustedes llegaran,  si se van, va a ser lo mismo”. Y luego otra: “Pero estas son opiniones de personas que realmente ni viven acá”. Y Roosvelt mira a sus compañeros mineros inquisitivamente. Y por un momento todos hablan, del grupo de los mineros y de los que cuestionan, y nada se entiende. Por allá un minero: “¿Y cuántos de ustedes no tiran basura por donde quiera”, y yo sólo apunto a la ambientalista que le responde: “Oiga, no compare la basura con el cianuro”.

Por fin, una voz se impone: “Oiga, yo me metí a internet a la página de Semarnat, y no encontré nada de ustedes…”

“Semarnat tiene todo, si no, no podríamos estar aquí”, responde Roosvelt, y ahora ha puesto sus manos atrás y mira una vez más condescendiente.

Pero ya las voces toman otro rumbo; un minero pregunta en qué lugar de Guatemala están esos casos de enfermedades. La ambientalista responde: “En Varillas, ahí está la gente enferma, es una comunidad maya. Y en el Ixcan hay gente enferma, y en El Salvador, y en Honduras. En Huehuetenango hay gente enferma. Y le puedo dar información de un evento internacional con médicos canadienses, suizos a ver a la gente enferma”. De nuevo, barullo y ruido que hace que nada se entienda. Por fin, la voz de un hombre mayor: “Las personas que vienen aquí a poner resistencia, ¿tienen alguna experiencia en minería, tienen una persona que sepa…?”. Alguien lo interrumpe: “No es necesario tener experiencia, implemente con tener idea de los contaminantes…” “Permítame –sigue el viejo–. Si voy a hacer un reclamo tengo que contar con la persona idónea para decir ‘esto está mal’. Vayan a donde están trabajando los señores y que vean cuál es el desempeño que están haciendo, si no, van a meter política aquí…”

“Una cosa importante aquí es…”, interviene Roosvelt, que intenta poner orden.

No lo logra, Interviene el Inspector: “Ora otra cosa, aquí la comunidad vamos a decidir nosotros, nada más, si la mayoría dice ‘se quedan’, se quedan aunque haya alguien en contra, eso es todo, pero para eso tiene que bajar toda la gente de la comunidad así a una junta general, en asamblea analizamos las cosas y ahí veremos qué vamos a hacer…”.

“Tiene razón”, dice la ambientalista.

“Quiero cerrar con algo”, dice Roosvelt. Y se apura porque lo apura el inspector, el último punto, le dice. “Ellos vienen aquí (y señala al grupo ambientalista) a prometerles nada, simplemente a decirles las cuestiones negativas, pero aquí es una balanza, si (y de nuevo sus manos extendidas formas la balanza y la balancean), y ellos no les van a dar empleo, ellos  vienen a decirles todas las cosas malas que existen en la minería, pero vean las cosas buenas, aquí hay de dos, y las cosas buenas son muy buenas: todas las grandes ciudades y las grandes cosas de México están relacionadas con la minería, y si esto se hace una mina a cielo abierto o como sea, produce mucho , mucho dinero para la zona en general…”

“Dinero para quién”, cuestiona la ambientalista.

“Eso no hay que dudarlo –sigue Roosvelt, quien insiste–: ellos no les van a dar empleo. Eso hay que considerarlo, como dice él, ustedes van a decidir, estén informados, no se lleven por las puras cosas malas, también hay cosas buenas (y vuelve al balanceo de las manos en la balanza), también hay dinero, también hay empleos, también hay desarrollo económico, y eso hay que ponerlo en la balanza. Hay están todas las ciudades, México, San Luis Potosí, Chihuahua, Zacatecas, Vancouver, todas esas ciudades se hicieron por la minería… Así que no se dejen llevar por las puras cosas malas. Por eso les digo, yo soy realista, yo estoy tratando de que se lleven los puntos interesantes, no se dejen llevar por lo malo… Ellos no vienen a darles empleos, ellos vienen a inconformarlos. Ven cuántos empleos se han dado, ahora imagínense si se pone una mina.

http://www.e-consulta.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=39206:ixtacamaxtitl%C3%A1n-el-progreso-seg%C3%BAn-los-ge%C3%B3logos-de-almaden-minerals&Itemid=332

 

 

 

 

Comparte:

Más noticias