
CUERNAVACA, MORELOS.- El siguiente es un extracto del reportaje realizado por los reporteros Marlén Castro y Rogelio Agustín, el cual narra la tragedia de El Carrizalillo, una mina ubicada en Eduardo Neri, uno de los 81 municipios de Guerrero.
“A la comunidad guerrerense de El Carrizalillo le cayó la maldición del oro en la figura de la megaempresa Goldcorp, que practica un tipo de minería, la superficial, devastadora para el medio ambiente y para la salud.
Desde 2007, renta miles de hectáreas a los carrizalillenses para explotar el yacimiento Los Filos-El Bermejal. Los comuneros saben que sus predios quedarán inservibles y proliferarán las enfermedades –la mayoría letales– entre su población, pero cierran los ojos y se conforman con la bicoca (insignificancia) que cada año les entrega la trasnacional”.
En Carrizalillo, los ejidatarios no sólo le rentaron las tierras a Goldcorp, también la conciencia. Desde 2009, cuando negociaron con la trasnacional un convenio supuestamente ventajoso sobre la renta de sus tierras, lo único importante para ellos ha sido el precio internacional de la onza de oro.
El resto, como los síntomas de las enfermedades relacionadas con las minas a cielo abierto, el impacto ambiental, la posibilidad de contaminación de los acuíferos o de un accidente con las toneladas de cianuro que se usan a diario, el riesgo de agotar las reservas de agua o las muertes, parece no importar”.
El texto, publicado la tercera semana de enero de 2012, narra la historia de Sofía Figueroa Peña, una ex afanadora del consorcio minero Goldcorp que dejó de comer.
‘Apenas tenía
35 años’…
“Sólo quería dormir, lo poco que le quedaba de vida se le agotó en dos días de vómitos y convulsiones. Alrededor de las 22:00 horas del 4 de diciembre de 2010 murió en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Acapulco.
“Mi hija falleció por los químicos que respiraba. Cuando por fin fue a hacerse unos análisis –dos días antes de morir– le dijeron que sus pulmones estaban deshechos, que pronto iba a comenzar a vomitar sangre. Así como estaba de mal todavía fue a la planta a pedir permiso para atenderse, porque si no, la iban a correr”, narró la mamá de Sofía Figueroa Peña, doña Esther, a los reporteros.
Ese reportaje fue el tercero y último de la serie de trabajos ganadores del Premio Internacional de Periodismo, convocado por la revista Proceso con motivo de su 35 aniversario.
La historia continúa con el testimonio de otro afectado de la mina guerrerense El Carrizalillo: “‘No nos podemos espantar de lo que pasa. Cuando rentamos nuestras tierras todos sabíamos de las consecuencias. Estuvimos conscientes de que se iba a usar cianuro y lo que eso significa, por eso estamos dispuestos a enfrentar lo que venga’, aseguró Crisóforo Guzmán Montiel, líder campesino que nunca se quita los lentes Ray-Ban”.
La casa de Guzmán, a diferencia de las de sus vecinos, está exactamente como antes del movimiento. Pero la flamante Cheyenne en el espacio que hace de cochera habla de la bonanza de su familia.
“Compré en la capital, allá estoy haciendo mi casa. Todos sabemos que vamos a terminar saliéndonos de aquí. Creo que nadie tiene problemas con eso, siempre y cuando les paguen bien”, afirmó a la revista Proceso.
«La gente se cegó con el dinero. Les dicen que cuando la minera empiece ganarán de cuatro a cinco mil pesos a la semana. El pueblo se va a levantar, pero lo que venga después será peor, porque cuando terminen ahí estarán las tierras, pero ya no servirán.” Afectado por la posible instalación de la mina en Tetlama
«No tenemos por qué decir que no estamos de acuerdo, porque incluso tenemos actas de toda la comunidad. Yo tengo por todos los 160 comuneros de que en todo momento están de acuerdo en que sí se abra la mina.” Julián Hernández, representante de bienes comunales de Tetlama
http://www.diariodemorelos.com/article/guerrerenses-resignados-pagan-las-consecuencias