La minera canadiense Esperanza Resources Corporation inició un intenso cabildeo ante legisladores federales y en la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales para validar la inversión millonaria que pretende realizar en las inmediaciones de la zona arqueológica de Xochicalco, en el municipio de Temixco.
Sin embargo, no la tiene fácil. Además del gobernador Graco Ramírez Garrido, grupos de ambientalistas y académicos nacionales e internacionales se han sumado a la exigencia de cancelar el proyecto de la mina de tajo a cielo abierto para extraer oro y plata mediante lixiviación con uso de explosivos y químicos como cianuro.
El proyecto de la trasnacional con sede en Vancouver estima obtener en 12 años con la venta de oro y planta alrededor de 2 mil 800 millones de pesos en 697 hectáreas de los cerros Jumiltepec y Colotepec de las cuales 34 son parte del polígono de la zona arqueológica de Xochicalco.
La planeación es muy elocuente pero a la empresa se le olvidó que en Morelos, y en Cuernavaca en particular, vive un amplio grupo de organizaciones civiles, culturales, académicos y ambientalistas que han protagonizado diversas batallas contra proyectos que atentan contra el medio ambiente o el patrimonio cultural.
La destrucción del parque natural Buen Retiro para la construcción de plaza Cuernavaca; la remodelación de la plaza de Armas que implicó el derribo de varios árboles; el cierre del tiradero a cielo abierto en Tetlama; el ambicioso plan para la construcción de un campo de golf y una parque tecnológico en Tepoztlán así como la reciente oposición a la instalación de una tienda departamental en lo que ahora es el parque Tlaltenango son ejemplos claros que no fueron tomados en cuenta por la minera canadiense.
En este conflicto reapareció la eterna disyuntiva que generar empleos e inversión al costo que sea contra lo que debe hacerse para proteger un ecosistema.
Aquí la pregunta es: ¿Qué costo tiene que pagar toda la sociedad por una inversión cuyo proyecto ha sido mal manejado y cuenta con una sólida oposición?
¿Qué esperaba la empresa? ¿Qué todo serían aplausos y que no habría oposición al ambicioso proyecto? ¿Qué convenciendo por cualquier método a pobladores cercanos al punto de extracción y autoridades municipales resolvería cualquier señalamiento? ¿No pudieron analizar con anterioridad los antecedentes que hay sobre este tipo de casos en Morelos? ¿Por qué siempre los grandes proyectos en nuestra entidad un realizan un análisis geopolítico y social con un adecuado cabildeo cuando saben que pueden encontrar resistencias?
Las razones expuestas por ambientalistas y académicos se basan principalmente en el modelo agresivo de una mina de tajo a cielo abierto que califican como uno de los peores para el medio ambiente.
Al dilema hay que agregar que la mina se encuentra cerca de la zona arqueológica de Xochicalco, donde los tres niveles de gobierno han invertido millones de pesos en su rescate y promoción en los últimos 15 años.
El pasado 7 de febrero, especialistas de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) enviaron a la dirección de Impacto Ambiental de la Semanart observaciones a la Manifestación de Impacto Ambiental presentada por la empresa minera.
Forzosamente dicha dependencia tendrá que dar un veredicto. De lo contrario, la empresa puede recurrir a instrumentos legales para combatir alguna omisión o rechazo a la MIA.
En síntesis: el conflicto tiene ya posiciones polarizadas en virtud de que la empresa no llevó a cabo un verdadero plan de convencimiento. Decidió optar por la fácil al convencer a pobladores cercanos del proyecto de las bondades de una inversión millonaria.
Esa parte de un plan de negociación (convencer a los directamente involucrados) es solo un paso. Incluso la empresa ha expresado en medios de comunicación una postura retadora hacia las autoridades estatales y especialistas morelenses. Es pues una táctica de conflicto donde siempre una de las partes resulta perjudicada.
Incluso la empresa advirtió hace unos días que si el gobernador Graco Ramírez no quiero dicha inversión se irán de Morelos. Espantan con el petate del muerto. Quizá la firma minera pretenda advertir que otros capitales ya no vendrán o se irán del estado lo cual es erróneo.
En lugar de convencer, la empresa ya dividió. La minera ya sumó…pero en su contra.
¡Gracias por sus comentarios! @julioarandaok