Cuarenta y ocho años de trabajo en el campo de la investigación arqueológica, y de ellos 28 llevados a cabo en el sitio arqueológico de Xochicalco, permiten señalar cuáles son las afectaciones técnicas previsibles al patrimonio arqueológico de dicha zona, a propósito de la explotación minera que se pretende desarrollar en el Cerro del Jumil y sus inmediaciones en su primera etapa.
Fotografía 1. Panorámica de Xochicalco, el cerro El Jumil al fondo (Adalberto Ríos Szalay)
Primeramente cabe señalar la importancia del entorno de Xochicalco. La ubicación de la ciudad en la parte alta del cerro homónimo, aprovechaba el horizonte para hacer observaciones astronómicas y registrar eventos que sucedían dentro de su calendario. Actualmente el visitante tiene una bella vista hacia el horizonte, la cual se vería visualmente distorsionada en dirección oriente ante los tajos irreversibles de la mina, aunado al hecho de que al mismo tiempo, al emanar de ahí el polvo que generarán en grandes cantidades conteniendo partículas tóxicas, afectarían la salud de los pobladores, de los trabajadores en el sitio y la de los mismos visitantes.
Por otro lado, los cerros que circundan la ciudad son parte del sistema urbano que caracterizó a los sitios de la época Epiclásica (600-1100d.C), momento en que se desarrolló Xochicalco. Estos cerros, presentan construcciones imponentes que fungían como puntos de observación para proteger el núcleo urbano, así como asentamientos de índole doméstica.
Aislar entre sí a los vestigios hallados en el Cerro El Jumil y permitir tajos o plataformas de lixiviados en su colindancia inmediata, desarticula la zona del conjunto urbano de Xochicalco, atomizando como unidad al Jumil y otros dos espacios, lo cual dista tan sólo 2 kilómetros de la zona Arqueológica de Xochicalco.
Fotografía 2. Evidencias arqueológicas en el cerro El Jumil
La intervención de personal de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH en el sitio del Cerro del Jumil para determinar si dicha área en su conjunto podía ser liberada para su explotación, fue errónea. El personal enviado, sin experiencia en la zona y sin interés alguno en una perspectiva regional del sistema de asentamiento, propuso dejar los vestigios arqueológicos más relevantes sin tocar, pero separados entre sí a beneficio de la iniciativa minera.
Si el Proyecto Xochicalco no ha extendido sus actividades de investigación hacia el Cerro del Jumil y sus inmediaciones, ha sido porque no se han resuelto todas las interrogantes planteadas a la zona arqueológica en el núcleo central de Xochicalco. Pero no por ello, el INAH no tiene interés científico en los sitios aledaños al núcleo de la región, como es el caso del Cerro Jumil entendido en su conjunto. Siempre se ha considerado el aspecto regional de una ciudad como parte importante de su desarrollo histórico y como fundamental para su entendimiento.
Ahora bien, el regalo consistente en liberar de manera atomizada una zona arqueológica explorada de manera parcial y acelerada por la presión de una compañía urgida en sacar del país el oro del subsuelo, resulta indignante para nosotros como investigadores, ya que se sacrifica la realización de futuros proyectos enfocados a la exploración integral de los componentes urbanos de Xochicalco y la integridad misma de conjunto.
Desde una perspectiva regional, el área a muestrear por la compañía minera incluye no sólo espacios construidos con arquitectura monumental y habitacional: es importante destacar la relevancia de todo el espacio físico como sistema, que incluye áreas de cultivo, fuentes de agua, hornos de cal y geoformas que fueron fundamentales para la sobrevivencia de la cultura xochicalca.
Por otro lado, nos preocupan las ondas vibratorias que inevitablemente serán producidas por las explosiones requeridas para la extracción mineral, ya que éstas pueden afectar estructuralmente la formación geológica Xochicalco, sobre la que se encuentra asentado el sitio, incluidas las estructuras mismas que se pretende atomizar contiguas a los tajos y los espacios de lixiviación y depósito de residuos. La formación Xochicalco se encuentra constituida de roca caliza en capas variables, de muy delgadas a medianas finamente laminadas. Por lo general, estas calizas tienen planos de estratificación desiguales y ciertas capas muestran una serie de láminas de pedernal intercaladas en forma de hojas dentro de las mismas capas. Esta constitución podría fácilmente ser desestabilizada en su estructura, afectando gravemente espacios esenciales del núcleo central de la zona arqueológica, como el Observatorio y las cuevas aledañas, hasta el punto del colapso. Los edificios del mismo sitio y cerros aledaños podrían sufrir daños irreparables.
Fotografía 3. Capas laminadas de caliza que conforman la Formación Xochicalco
Es importante señalar que Xochicalco forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1999, estando suscrito a todas las recomendaciones y convenios internacionales en materia de protección al patrimonio mundial, además de contar con la Declaratoria de Zona de Monumentos Arqueológicos desde 1994.
No hay que dejar de considerar que la concesión minera ha sido otorgada por 50 años para la prospección y eventual usufructo de potencial minero en un área de 15,025 ha en siete fases, incluyendo de hecho específicamente el subsuelo de todo el asentamiento central de la zona arqueológica en la concesión denominada “Esperanza V”, lo que resulta inaudito.
http://www.enelvolcan.com/mzo2013/235-xochicalco-patrimonio-mundial-en-peligro