Cuando se habla de competitividad necesariamente se tienen que referir tanto a la productividad como a los costos de producción, de tal forma que aunque un país tenga una productividad elevada, si los costos relacionados con la producción, y del ingreso que de esta se deriva, son relativamente elevados, no se es competitivo aunque se tenga una productividad técnica elevada respecto a otros países.
Por:Ramiro Tovar Landa
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martes, 10 de septiembre del 2013
México es un país de tradición y riqueza minera, su evolución como Nación no se explica sin la minería de la Nueva España. En la actualidad, y aún considerando un ciclo de auge en los precios internacionales, la minería en México tiene un desempeño inferior a su potencial geológico y de creación de valor para la economía. En los últimos 18 años la minería ha pasado del 0.8% al 0.9% del PIB. Mientras otros países de riqueza minera como Chile la minería participa con el 6.4% y Perú con el 4.6%.
A pesar del rezago relativo respecto a otros países con riqueza geológica, la minería fue el cuarto sector que más divisas generó en el año 2012; y, fue el que más creció con respecto al 2011, generando 45% más ingreso de divisas. De 2002 a la fecha la actividad minera ha generado más de 47.6 mil empleos formales en el sector, representando un incremento de 15% en empleos generados en este periodo. La recaudación total neta de los grandes contribuyentes privados en la minería creció en 162% en los 6 últimos años, es decir se ha multiplicado por 2.62 veces. Lo que equivale a una tasa compuesta de crecimiento anual real del 13.3%. En el 2012, participó con el 9% en la recaudación total neta de grandes contribuyentes del sector industrial. La recaudación señalada no ha sido inferior al 5.5% del valor de la producción en el período y ha incluso alcanzado niveles del 11.3%, en promedio la participación en el valor ha sido del 8.2%.
Sin embargo los precios de los minerales están sujetos a una elevada volatilidad, y en presente año el auge de los precios internacionales de los minerales ha terminado y ha disminuido dramáticamente, en el plazo de un año el oro a caído en 22%, la plata en 33%, el cobre y el zinc en alrededor del 16%.
A la minería se le puede ubicar dentro de un conjunto de actividades económicas que son intensivas en capital y en la inversión en investigación y desarrollo de nuevas técnicas y procesos. Requiere de inversiones que implica incurrir en costos hundidos, es decir, costos que son específicos a la actividad, sin un uso alternativo en otro sector y que son de naturaleza irreversible. Las actividades de exploración y extracción implican inversiones de carácter hundido, es decir cuyo valor de alternativo o de rescate es nulo excepto por el retorno de la propia actividad extractiva.
La actividad minera genera una renta económica que se encuentra determinada como la diferencia entre los ingresos brutos y el costo económico de extraer el recurso. La escasez relativa de un recurso no renovable, como son los minerales, conduce a la generación de tal renta económica. La existencia de dicha renta ha generado inquietud sobre como debe de ser tratada fiscalmente, sobre todo en períodos de precios relativamente elevados en los metales, pero el escenario no es tan simple como parece ser. El costo económico de la actividad le debe de corresponder un el rendimiento que se requiere para justificar la decisión a invertir y debe de ser suficiente para cubrir los costos de exploración, desarrollo, extracción, el costo de oportunidad del capital y el premio del riesgo. Considerando lo anterior, el estimar la renta económica no es un ejercicio trivial y las estimaciones simplistas sobre tal renta conducen a apreciaciones erróneas.
Dentro del retorno de la inversión en la actividad minera existe un beneficio social, el cual con frecuencia se omite. Se ha sobre enfatizado las externalidades negativas de la minería, las cuales pueden ser abatidas al menor costo por medio de incentivos a la investigación y desarrollo en nuevas tecnologías de abatimiento y prevención; pero con frecuencia se han ignorado sus externalidades positivas. A mayor sea la magnitud del proyecto extractivo, mayor es la inversión en infraestructura relacionada con llevar servicios al lugar de la extracción, lo cual tiene un efecto social positivo en la penetración y densidad de los servicios como agua potable, caminos, electrificación, drenaje, salud y vivienda, en su conjunto un efecto benéfico en la urbanización de las localidades y el incremento en el bienestar social, dado que existe una relación positiva entre urbanización y el ingreso de la población.
Ante un escenario de precios internacionales de los metales a la baja, debido al resurgimiento del rendimiento de otros instrumentos financieros alternativos a los metales preciosos y la disminución en el crecimiento de las economías emergentes, un escenario de auge en precios como los observados en años anterior parece haber terminado. Si a tal escenario de precios se reúne un derecho especial a la minería del 7.5% sobre ingresos, con deducciones mínimas más un derecho adicional a los ingresos derivados de los metales preciosos del 0.5% como lo establece la Reforma a la Ley Federal de Derechos incluida en la Reforma Hacendaria, la combinación resulta crítica para la expansión y la continuación de los proyectos mineros. ¿Cuáles serán las consecuencias de tal combinación para la competitividad de México en minería? y con mayor cercanía ¿qué implica tal escenario para estados mineros como Coahuila en su desarrollo regional?, lo invito a reflexionar.