Alejandro Palafox B. para Alianzatex
Publicada: Septiembre 09, 2013
Vaticano. ARCHIVO
Texcoco, México.- (Texcoco Press).- De Filipinas al Congo, pasando por Sudamérica, la Iglesia católica y sus obispos están a menudo en primera línea al lado de las poblaciones en la lucha en contra de lo que describen como la depredadora explotación de las empresas mineras. Los grandes de la industria extractiva mundial están conscientes de que esta situación de conflicto permanente entre industria, poblaciones y organizaciones no gubernamentales es insostenible. Por ello el Vaticano organizó una Jornada de reflexión sobre el estado de la industria, con el objetivo de encontrar un modelo con el que no se repitan los «graves errores del pasado» y que no pretenda únicamente el mayor provecho para los accionistas de los gigantes de la industria minera.
El encuentro, organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, que desde hace tiempo ha entablado un diálogo con las realidades del sector, se llevó a cabo el sábado 7 de septiembre y en él participaron dirigentes de gigantes como Anglo American, Areva, BHP Billiton, China Minmetals Corporation y Río Tinto, además de un delegado de la Secretaría de Estado, el International Council on Mining and Metals, el World Gold Council, la Caritas Internationalis y Oxfam América.
El punto de partida, como explicó el Pontificio Consejo Justicia y Paz en el documento preparado para la Jornada, es la certeza de que en el sector minero se necesita un «nuevo modelo de “partnership” y desarrollo, que se funde en la certidumbre de que la ectividad de extracción tiene éxito solo si va acompañado por un ambiente limpio, por comunidades locales vivas y con la fructificación de la riqueza minera de las naciones».
No es una vía fácil para las empresas que están acostumbradas a explotar los recursos de los países en vías de desarrollo y hacia los cuales no sienten ninguna responsabilidad, por lo que ignoran cualquier consideración de carácter ambiental o cultural. Sin embargo, como subrayó el cardenal Peter Kodwo Turkson, presidente del Pontificio Consejo, la industria minera es la primera que aparece en la Biblia y nada de nuestro mundo podría existir sin ella: «Tomen por ejemplo su casa: ¡quiten lo que deriva de la extracción minera y les queda solo el préstamo que tienen que pagar!».
Papa Francisco, que mediante el Secretario de Estado Tarcisio Bertone, envió un mensaje a los participantes del encuentro, indicó la «complejidad de las cuestiones éticas» que plantea la industria minera, y explicó que es difícil resolverlas con «una respuesta única». En el pasado (e incluso hoy, en muchos casos) la actividad de la industria minera ha sido considerada, y no «sin motivo», como una «explotación injusta de los recursos naturales y de las poblaciones locales, a veces reducidas incluso a la esclavitud y obligadas a mudarse, abandonando sus lugares de origen… La actividad extractora, como tantas otras actividades industriales, tiene repercusiones ecológicas y sociales que pasan de una generación a otra», se lee en el mensaje.
El pontífice admitió que la Jornada organizada por el Vaticano no será suficiente para delinear un nuevo rumbo. Sin embargo, sirvió para ayudar a elaborar un proceso de decisiones en el sector «más consciente» y que «tome en consideración la complejidad de los problemas… en un contexto de solidaridad» y que esté impulsado por «principios morales que persigan el bien de todas las partes involucradas».
En una entrevista con la Radio Vaticana, Tebaldo Vinciguerra, oficial responsable de las cuestiones ambientales del Pontificio Consejo, subrayó la poca coordinación entre las industrias mineras, los gobiernos (nacionales y locale) y las comunidades que viven en el territorio. «Una gran parte de lo que una compañía minera deja como dinero va directamente al gobierno, como impuestos, y a menudo la empresa, los responsables de la empresa luego no se ocupan de ese dinero». Por ello, explicó, «hay una responsabilidad de los gobiernos sobre cómo recibir estos ingresos y cómo lograr invertirlos de la mejor manera para las poblaciones locales… Lo importante es pasar a una óptica en la que la riqueza generada por las mineras sea compartida por todos los actores involucrados».
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