[Pasta de Conchos]

 

26/01/2014 – 12:37 PM

 

Saltillo, Coah.- Casi ocho años después de la tragedia en la mina de carbón Pasta de Conchos, la realidad de los trabajadores en la zona carbonífera de Coahuila no es distinta, en especial la de los que a diario entran a los pozos para extraer el mineral en condiciones extremas de inseguridad laboral.

Quedó en eso el reiterado interés de las autoridades federales y estatales para mejorar las condiciones laborales de los jornaleros y elevar sus condiciones de vida luego de la muerte de 65 compañeros en la mina de Grupo México e Industrial Minera México.

A los trabajadores y a sus familias tampoco les significó mucho la mediatización que tuvo la tragedia, una de las más citadas y reproducidas por medios de comunicación de todo el mundo.

Este es el resumen que hace el investigador Federico Müller Rodríguez, director de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila y coautor del libro “La Cultura del carbón”.

– ¿Qué tanto cambió la situación de vida de los mineros a partir de la tragedia de Pasta de Conchos? -se le preguntó en entrevista, tras la presentación del libro en el auditorio Emilio J. Talamás, de la unidad universitaria Camporredondo.

“Los cambios que se dieron no fueron estructurales, fueron efímeros. Mientras duraba el duelo de las víctimas se actuó, pero los cambios no fueron a profundidad. Las condiciones prácticamente siguen siendo las mismas, porque estos cambios implican una transformación en el contexto económico de la región, cosa que no se ha dado”, aseguró.

Recordó que un compromiso primario de las autoridades fue diversificar la economía en la zona carbonera del estado, para que los jóvenes tuvieran alternativas de desarrollo más allá que bajar a las minas o emigrar a Estados Unidos.

Sin embargo, a casi ocho años del 19 de febrero de 2006 “no han llegado inversiones complementarias o ajenas a la industria minera y es triste decirlo, pero las condiciones han cambiado muy poco, se siguen manteniendo los mismos niveles de explotación, los mismos niveles salariales, las mismas faenas laborales”.

– ¿El riesgo de una nueva tragedia permanece?

“Permanece, como permanecen los llamados pocitos, los pequeños productores que no cuentan con la tecnología suficiente en las normas a respetar que se fijan en México”.

El que se haya mediatizado tanto el tema de Pasta de Conchos, ¿qué tanto contribuyó a mejorar las condiciones laborales y de vida de los mineros?

“Fue efímero, generó un movimiento social, los movimientos siguen, pero es una protesta social, desde la trinchera de la sociedad civil y esto tiene poco impacto”.

-¿Los salarios siguen siendo bajos? -se preguntó al economista.

“El tema de los salarios es relativo, está en función de la productividad del trabajador minero. Un minero puede recabar semanalmente hasta cuatro mil, cuatro mil 500 pesos, que si se compara con lo que gana un ayudante de albañil, o una persona que trabaja en la maquila, pues es un salario alto, pero en nada se compara a la ganancia que le deja al dueño (de la mina), desde luego que no, pues es hasta de 800 por ciento la utilidad”.

-Con el riesgo para los trabajadores…

“Claro, es un riesgo latente”.

En vísperas de la conmemoración de la tragedia minera, organizaciones civiles como Familia Pasta de Conchos, preparan actividades que se van a desarrollar en la Región Carbonífera y en la Ciudad de México para ratificar la demanda de rescate de los 63 cadáveres de igual número de trabajadores que permanecen atrapados en la cantera.

Antes de suspender la búsqueda de los mineros muertos, las autoridades recuperaron los restos de dos de las 65 víctimas: el 23 de junio de 2006 fue llevado a la superficie y entregado a sus familiares el cadáver de Felipe de Jesús Torres Reyna y la madrugada del 1 de enero de 2007 ocurrió lo mismo con José Manuel Peña Saucedo.

 

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