San Juan de Sabinas, Coah.- La Región Carbonífera de Coahuila, donde se ubica el yacimiento de hulla o carbón mineral más grande del país, es también la tumba más grande de mineros, con mil 534 víctimas mortales desde finales del siglo 19 hasta el 2002.
La Organización Familia Pasta de Conchos, actualmente dividida, documentó las muertes de mineros con base en registros civiles y oficiales de 1889 a 2002: En 1889, en la Mina El Hondo, aparece el primer registro documentado de un siniestro en minas de carbón en el Estado de Coahuila, donde murieron y no fueron rescatados 300 mineros.
Se dice que esos mineros eran trabajadores que llegaron de China y allí perecieron. 13 años después, en 1902, en la misma Mina Seis de El Hondo, en otra tragedia perecieron 135 mineros, y en 1907 en la Mina Uno de Esperanzas, murieron 16 más.
Ese mismo año en la Mina Tiro Nacional, el desastre cegó la vida de 5 mineros; en 1908: en la Mina Tres, de Rosita, fueron 200 y poco después ese mismo año en la Mina Dos de Palaú, perdieron la vida 100 más.
En 1910, la Mina Dos de Esperanzas cobró la vida de 300 en sus entrañas, y 11 años después en 1921, en la Mina Seis de Rosita perecieron seis mineros. En 1925, en Palaú, en la Mina Cuatro fueron 41 los trabajadores que perdieron la vida.
En Nueva Rosita, en la Mina Seis, en 1934 mueren 57 mineros y en 1936, 36 más perecen en el mismo lugar. Esta mina, la número seis, destacó por la cantidad de muertes en esos años, pues en 1938 mató a tres mineros más.
En 1939, la Mina Cinco de Palaú enterró a 67 mineros y ese mismo año nuevamente en la Mina Seis de Rosita, mueren siete extractores de hulla; en 1942 en dos siniestros seguidos mueren 4 mineros en el mismo lugar, y en 1948 esta misma mina repite con otra muerte, para reincidir cortando vidas en 1953 con otras 1o víctimas fatales.
Las minas Guadalupe Dos y Tres de Barroterán, en los años siguientes cobran también su factura a la explotación del carbón mineral.
En 1968, en la Mina Guadalupe Dos mueren dos mineros, y en 1969 en las Guadalupe Dos y Tres perecen 153 en tragedias diferentes.
En 1973 en la Mina Don Evaristo, mueren seis. En 1976 en la Mina Seis de Rosita, se registra una nueva tragedia y entierra a dos extractores de carbón mineral; en ese mismo año, en la Mina Sabinas mueren siete mineros.
En 1979 mueren en los “pocitos” de Agujita, minas prácticamente artesanales, 10 mineros, y en 1980 mueren Cuatro en la Mina El Mezquite, en la Mina Cuatro y Medio mueren 37; en 2001 mueren 12 en La Morita y en 2002, 13 mineros en La Espuelita.
‘Le pediría a Dios que regrese a mi papá’
“Si tuviera la oportunidad de hablar con Dios para pedirle un deseo, le pediría que mi papá reviviera” expresa el pequeño Daniel, educado dentro de la fe en Dios.
Daniel Ezequiel Tavares Aguilar tenía un año y medio cuando una bolsa de gas metano estalló en un túnel de la mina 8 de Pasta de Conchos. No se dio cuenta de eso, y hasta hoy ha escuchado muchas versiones de esos aciagos hechos y de lo que ha ocurrido desde entonces por la tragedia.
Pero lo único que sabe con certeza es que su papá, Fermín Tavares Garza, pereció allí.
Hoy de 9 años, Daniel es el único hombre en la vida de Lulú, su madre y viuda del minero muerto, y es motivo de orgullo para ella.
Con promedio de excelencia en las calificaciones, está en el cuadro de honor de la escuela de gobierno en la que estudia. Apoya a su mamá y visita con frecuencia y de manera regular a sus abuelos paternos en el vecino poblado de Agujita. Y es, explica Lulú, el universo de ella.
Daniel Ezequiel no recuerda a su papá, pero sabe por lo que su madre y sus abuelas le dicen que era un hombre bueno, y quiere ser como él.
Con calificaciones excelentes, tiene ya un proyecto para vivir, y claro, con un “plan B” por si no le funcional el primero.
Su anhelo
Quiere ser soldado. Su deseo es estudiar en alguna escuela de las Fuerzas Armadas para servir al país. Y en caso de no lograrlo, quiere ser taquero, porque se le metió en la cabeza la idea de que vendiendo comida puede ganar dinero sin el riesgo de trabajar debajo de la tierra en una mina.
Daniel es ciudadano americano porque nació en Estados Unidos, su mamá tiene familia en la unión americana y ellos la invitaron a que se fuera allá a dar a luz, para ofrecer a su bebé en camino una oportunidad de futuró en el país de la bandera de las barras y las estrellas.
Allá nació y regresó a México, donde ha vivido siempre, “pero quiero llevármelo para allá para que tenga una vida mejor”, expresa Lulú.
Enfermera, quiere trabajar en un empleo formal en Estados Unidos para darle a su hijo un mejor futuro.
En Nueva Rosita tiene sus pacientitos, a los que cuando se necesita va a atenderlos en sus casas para cuidarlos en la noche, aplicarles inyecciones o suministrales medicamentos.
Pero ese trabajo no es regular, y además es mal pagado, porque a la gente se le hace caro pagar a una enfermera para atender a un enfermo en su casa, dice ella. Por eso lo que quiere es irse con su hijo a Estados Unidos.
Tragedia: botín de pocos, luto de muchos
Las tragedias en las minas son fuente y botín de pocos y luto de muchos, considera María de Lourdes Aguilar viuda de Tavares, una de las 65 mujeres que perdieron a su esposo en la explosión de la mina 8 en Pasta de Conchos.
Franca para hablar, señala que hay que dejar de estar pidiendo dinero al Gobierno y a la empresa y de estar haciendo negocio y lucrando con los 63 cuerpos de los 65 mineros muertos y no rescatados en esa tragedia del 19 de febrero de 2006.
Fermín Tavares Garza, de 38 años, esposo de Lulú, como es conocida María de Lourdes Aguilar, perdió la vida esa madrugada y su cuerpo sigue atrapado en su centro de trabajo, y ella perdió toda esperanza de que le entreguen alguna vez sus restos mortales.
Con palabras firmes expresa que lo que se debe hacer es que habran ya la mina y que comience a trabajar, y acabar con el lucro político y económico que cada año hacen gentes ajenas a las familias de los deudos.
El lucro político y económico
“No tardan en llegar los líderes mineros de Cananea, de Taxto, de Sonora con sus típicos discursos y que se la pasarán emborrachándose en Nueva Rosita, con cargo a sus sindicatos y compañeros de trabajo”, expuso.
El lucro político-sindical es uno, explica, y agrega que hay quienes venden libros con fotos de la tragedia con el pretexto de apoyar a los familiares de los mineros muertos, y hay incluso viudas y hasta mamás de mineros caídos que “venden” entrevistas a los medios informativos nacionales e internacionales que las buscan.
Otras más, dijo, como “Tere, Elizabeth y Tomasa”, familiares de las víctimas mortales de la tragedia del 19 de febrero, lucran con “su” dolor y exigen al Gobierno que rescaten a sus seres queridos sepultados en la mina “nada más para que les ofrezcan programas, despensas, becas y dinero para que se calmen”.
“Lo que necesitamos ee un lugar, un monumento o algo, a dónde llorar nuestros muertos, a dónde llevares flores y recordarlos” expresó.
NO SE VOLVERÁ A CASAR
Lulú se dice aún enamorada de su esposo. Lo dejó de ver el 18 de febrero de 2006 y aún lo recuerda, dijo que iba a pagar un dinero que debía, luego iría a casa de su mamá y de allí a trabajar en el turno de noche a la mina ocho de Pasta de Conchos.
María de Lourdes Aguilar viuda de Tavares, Lulú, como más se le conoce, perdió la esperanza de recuperar los restos humanos de su marido, pero se sobrepone con dignidad y respeto para él.
Sin nueva pareja, novio o aspirante, dice estar bién así, ama a Fermín y seguirá con él. Y con el hijo que le dejó Daniel Ezequiel Tavares Aguilar, de un año y medio en aquel entonces y hoy de nueve años de edad.
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