México es una nación de profundas raíces mineras, con más de 500 años de explotación y transformación de las riquezas del subsuelo. La minería ha contribuido al crecimiento industrial y a la apertura de nuevas oportunidades económicas. Al mismo tiempo, la explotación irracional de los recursos naturales y de la mano de obra han llevado a una mayor desigualdad, a la contaminación, a los abusos y a cometer graves atropellos contra la clase trabajadora y las comunidades donde se ubica la gran mayoría de las empresas mineras.
El Sindicato Nacional de Mineros de México llega honrosamente este 11 de julio, el Día del Minero, al 80 aniversario de una existencia plena de lucha y dignidad por la autonomía y la libertad gremial, por el respeto a los derechos laborales, por el bienestar de todos los agremiados y de sus familias. Aquel 11 de julio de 1934, en el teatro Bartolomé de Medina, en Pachuca, Hidalgo, culminaron las reuniones celebradas durante varias semanas entre los líderes y los delegados de 26 sindicatos regionales y sectoriales de diferentes industrias, los cuales decidieron integrarse en una sola organización nacional que primero se denominó Sindicato Industrial y que posteriormente en los años 70 se convirtió en el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, y que actualmente es, además, de Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
A lo largo de estas ocho décadas, el Sindicato Nacional de Mineros ha continuado a la vanguardia del movimiento obrero y ha fortalecido permanentemente la unidad, la lealtad y la solidaridad de clase, con una clara visión progresista, de cambios y transformaciones que el país necesita, y así lo ha manifestado en todos los foros en los que ha participado activamente.
Ni las agresiones constantes, ni la persecución política demencial lo han dividido o destruido, tampoco a los líderes, que hemos tenido la enorme responsabilidad de mantenerlo fuerte y protegido de los ataques de algunos de los políticos y empresarios más corruptos de México. Por el contrario, a 80 años de distancia, los mineros son una fuerza real, están muy unidos y fuertes, con logros concretos en materia de incrementos en salarios y prestaciones sin precedente, en la mejora constante de las condiciones de trabajo y de productividad, en conservar una enorme solidaridad nacional e internacional, que hoy convierten a los fuertes y orgullosos mineros en un ejemplo y una inspiración mundial en la búsqueda permanente de un mejor bienestar económico y social.
Los mineros conservamos una sólida agrupación política y una gran imagen, pese a todas las campañas sucias y perversas en contra nuestra. Entre nuestras filas contamos con líderes visionarios, leales y preparados como no se había visto en muchos años, incluso con más clase que los mismos empresarios que nos atacan, los que sólo se guían por la avaricia, la codicia y la corrupción denigrantes.
Los mineros mexicanos, con nuestra resistencia, valor, visión, pasión e inteligencia, hemos creado una clara conciencia entre la mayoría de las organizaciones sindicales sobre la impostergable acción y decisión para establecer una nueva política económica y un modelo que hemos llamado a nivel internacional de prosperidad compartida
, que reduzca la desigualdad, que fortalezca las estrategias para enfrentar unidos la explotación y las crisis económicas que agobian a México y al mundo, de tal forma que se pueda evitar que los costos sociales sólo los pague la clase trabajadora, como siempre sucede en los modelos equivocados que sólo reducen las aspiraciones de la sociedad para alcanzar un futuro mejor.
Para las organizaciones libres y democráticas de los trabajadores, hoy es una necesidad estar unidos y en lucha permanente contra las injusticias y la desigualdad que el mundo global impone. O nos unimos para luchar juntos por la democracia y la justicia, la soberanía y la equidad, o vamos a continuar enfrentando cada vez más ataques y retos que ponen en riesgo nuestra supervivencia y libertad.
El menor crecimiento económico del país, la pérdida real de empleos, los salarios excesivamente bajos, la recesión y la agudización de la crisis económica, han creado una reducción importante de la demanda y del consumo, que a su vez disminuyen el tamaño del mercado y los atractivos para la inversión. Si a lo anterior sumamos la inseguridad, la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y la corrupción y manipulación de los sistemas de justicia, se incrementan los riesgos de fracaso de las políticas, la estrategias, los mecanismos y a lo mejor hasta la voluntad política para resolver los grandes problemas nacionales de una creciente pobreza y marginación.
A 80 años de distancia, los mineros no sólo hemos enfrentado y superado todos los obstáculos con gran altura y mucha dignidad, sino que cada día nos preparamos más para recibir el futuro en unidad, lealtad, solidaridad y cariño a México. Espero que todas las demás organizaciones sindicales aprovechen nuestra experiencia, que se unan más y que nuestra resistencia y lucha se conviertan en una inspiración para la historia del movimiento obrero nacional y mundial.http://www.jornada.unam.mx/2014/07/10/opinion/023a1pol