Los pepenadores de metales

por | Abr 4, 2015 | 0 Comentarios

Blanca Estela Botello | Nacional | Fecha: 2015-04-04 |

Académicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Azcapotzalco llevan a cabo la integración de un atlas de la pequeña minería, o minería artesanal, con el propósito de saber cuántos grupos existen en el país y ayudarlos a mejorar sus procesos de recuperación de metales.
Con métodos utilizados desde hace décadas, equipo rudimentario, sin medidas de seguridad y con ganancias apenas para subsistir, en México se desenvuelven grupos mineros que, al margen de las grandes empresas e incluso de la autoridad, explotan yacimientos, que ellos mismos descubren o que están abandonados.
Alejandro Alonso Gómez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco, explicó, en entrevista con Crónica, que la pequeña minería son organizaciones o empresas fundamentalmente familiares, de subsistencia, que por décadas se han dedicado a la explotación de minerales.
“No son grandes consorcios, no son empresas organizadas, a lo más son empresas comunitarias, que utilizan a la minería como una fuente de subsistencia, no en realidad como un gran negocio.
“Están en regiones marginadas, en donde lo único que se puede hacer es irse a la sierra, sacar mineral y de alguna manera recolectarlo, tal vez en algunos de los casos ellos mismos tratan el material y lo venden a veces a algunas de las grandes empresas; otros nada más lo recolectan y eso es lo que tratan de vender”, refirió el académico.
Con la intención no de hacerse rico, pues la paga es baja, pero sí sobrevivir, los “pepenadores” de metales están en prácticamente todo el país.
Alonso Gómez refirió que la mayoría de los pequeños mineros utilizan reactivos, sustancias químicas, que son muy peligrosas, como el mercurio o el cianuro, y ese es el problema que él, junto con otros investigadores de la UAM Azcapotzalco pretenden atacar, para lograr que los mineros tengan una mejor calidad de vida y disminuir los daños ambientales.
“Ellos no tienen capacitación ni siquiera mínima; se ven más expuestos a accidentes, a intoxicaciones o a daños ambientales que no pueden evitar o atender debidamente”.
Por ello la intención, dijo, es ofrecerles métodos de extracción que no requieran mucha agua, que son a temperatura ambiente, así como reactivos menos agresivos, que son biodegradables.
MODERNOS GAMBUSINOS. El Reglamento de la Ley Minera establece que se considera pequeño minero a quien obtenga ingresos brutos por ventas anuales de minerales o sustancias, sujetos a la aplicación de la ley, inferiores a cinco mil veces el salario mínimo general vigente en el Distrito Federal elevado al año o que extraiga mensualmente antes del proceso de beneficio hasta quince mil toneladas de mineral.
La pequeña minería aporta aproximadamente el tres por ciento del valor total de la producción minero–metalúrgica nacional, la cual asciende a seis mil 800 millones de dólares y representa el 1.6 por ciento del Producto Interno Bruto.
Sin embargo, la Sociedad Geológica Mexicana (SGM) refiere que en un escalón más abajo de la pequeña minería se encuentra una actividad minera que pasa casi desapercibida, que es la minería artesanal o gambusinaje, que es la forma de vida de una gran cantidad de personas, desde los mineros (conocidos como gambusinos), que son la base de este estrato, y sus familias, hasta los compradores de sus productos amalgamados, e incluso de empresas pequeñas y medianas que pueden comprar mineral rico a estos mineros artesanales y anexarlo a su producción formal.
El factor común entre los gambusinos, señala la SGM en un artículo denominado “La pequeña minería en México”, es la falta de un título de concesión minera y menciona que es común que, en una jornada de trabajo de 16 horas aproximadamente, puedan obtener unos 20 kilos de material, para posteriormente molerlo y amalgamarlo en sus plantas de concentración llamadas “tahonas”.
De esta manera, añade, pueden obtener en ocasiones hasta dos gramos de doré (50 por ciento oro y 50 por ciento plata), lo que implica que, en una semana, estos mineros puedan recuperar individualmente de 4 a 5 gramos de oro.
Pero como la venta de estos productos se realiza a menor precio que el que rige en los mercados —hasta de un 50 por ciento menos—, el beneficio se reduce a la mitad.
Otros mineros artesanales, indica la Sociedad Geológica Mexicana, recuperan oro de ríos o arroyos, mediante el lavado de arenas o la búsqueda del oro atrapado en el fondo de los escurrimientos de agua.
El estilo de gambusinaje más clásico, agrega, es la extracción ilegal de los minerales más ricos de una mina en operación.
En este marco, dijo el investigador Alonso Gómez, se requiere tener información más precisa de los mineros artesanales, para mejorar los métodos de extracción y trato de los minerales.
Refirió que el proyecto del Atlas -que enfrenta algunos problemas de financiamiento- podría quedar concluido en unos diez años, ya que se requiere trabajar en campo, y ante la falta de recursos solicitará apoyo de estudiantes de las universidades estatales.
En una primera etapa se enfocarán en zonas donde se utilicen métodos y reactivos más agresivos e iniciarán en los estados de Hidalgo, San Luis Potosí y Sonora.
MINERÍA URBANA. El investigador Alonso Gómez refirió que en ciudades, como el Distrito Federal, hay “mineros” que buscan los metales, sobre todo oro y cobre, que obtienen de aparatos eléctricos y electrónicos.
Señaló que componentes como televisores, computadoras, celulares, refrigeradores y lavadoras, cuentan con al menos una tarjeta de circuito integrado, que tienen materiales como cobre, oro y plata.
“El primer acercamiento con la llamada minería urbana se da en los tiraderos. Cuando son desechados los aparatos llegan a los tiraderos, ahí los pepenadores separan las tarjetas o conectores, que son compradas por gente que la lleva a empresas especializadas que se dedican al reciclaje de material electrónico y el material es sometido a un proceso que puede ser muy sistematizado.
“O el proceso puede ser muy empírico, como lo que hacen en Iztapalapa, donde llegan cargamentos de monitores, de CPU, de tarjetas de celulares, refrigeradores, hornos de microondas y ahí desarman los dispositivos a mano, en la calle hay cuadrillas de unas diez personas, que los desarman, separan las piezas, las que son vendidas a mejor precio a empresas especializadas o ellos mismos separan los materiales quemándolos; al quemarlos se puede obtener cobre, estaño, oro y plata”.
Esa mezcla de metales, abundó Alonso Gómez, se vende sobre todo a joyeros, quienes separan los metales preciosos y el cobre, el cual se vende por separado o incluso se utiliza en la joyería.

http://www.cronica.com.mx/notas/2015/892034.html

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