Agua para la mina
En el municipio de Mazapil las norias y pozos se secaron con la misma velocidad que la Minera Peñasquito obtuvo concesiones para extraer agua. Las autoridades federales justificaron la entrega de esos permisos con estudios realizados por la propia empresa. Hoy el agua que esta compañía de Newmont Goldcorp tiene concesionada representa la misma cantidad que se utilizaría para entregar 68 litros diarios, durante un año, a toda la población de Zacatecas.
Por Mónica Cerbón y Thelma Gómez
Fotografías y videos: Lucía Vergara y Adolfo Valtierra
Con el sol de mediodía encima, dos niños ríen y juegan con tres perros en el terreno donde se levanta su casa construida con tablones de madera, concreto y lámina; corren muy cerca de dos viejos bidones a medio llenar. El agua que ahí se almacena, no más de 15 litros, es toda la que tiene esta familia para el resto del día.
Detrás de ese terreno, una estructura metálica sostiene el tanque donde se almacena el agua que se extrae de un pozo y que es custodiado por guardias de seguridad. El contenedor tiene el logo de la minera Newmont Goldcorp, asentada en el municipio de Mazapil desde 2006, a través de su filial Minera Peñasquito.
En otro tiempo, antes de que la mina se instalara en estas tierras, la falta de agua no era un problema cotidiano para los poco más de mil personas que viven en comunidades como San Juan de Cedros, Charcos, Mesas y Nuevo Peñasco, al norte de Zacatecas.
—Nosotros no teníamos problema con el agua porque aquí había un manantial, pero a raíz de que llegó la mina, (el manantial) se secó… Ahora ya no tenemos agua. Hace como siete años empezamos a batallar, el agua se fue secando y de repente ya no salió. Ahí (al manantial) la gente iba a lavar porque corría el agua. Las parcelas de ahí se regaban. Ya tampoco se siembra —se lamenta Alicia, habitante de San Juan de Cedros.
En esta zona de Zacatecas, el agua que antes abastecía a las comunidades ahora está a disposición de una sola empresa. Mientras los habitantes de la región se fueron quedando sin sus pozos, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) otorgó a Minera Peñasquito una decena de concesiones para aprovechamiento de aguas nacionales.
En un lapso de siete años, Minera Peñasquito logró tener a su nombre diez títulos de concesión para explotar agua en Zacatecas; ocho de esas concesiones están destinadas a las operaciones de la mina que produce oro, plata, zinc y plomo.
La empresa minera consiguió las concesiones de agua sin encontrar ningún obstáculo del gobierno federal. Al contrario, tuvo todas las facilidades e incluso fue la misma minera la que realizó los estudios técnicos con los que la Conagua justificó la entrega de concesiones en un territorio desértico, donde existía una veda para otorgar nuevos permisos para explotación de agua.
Michael Harvey, director de asuntos corporativos de Newmont GoldCorp, asegura que dos de las diez concesiones ya no pertenecen a Minera Peñasquito, porque realizaron una “cesión de derechos” de los títulos de concesión, cuando vendieron la mina Camino Rojo a la canadiense Orla Mining en 2017.
Las ocho concesiones que Minera Peñasquito reconoce que utiliza le permiten disponer de 40 millones 287 mil 380 metros cúbicos de agua. Esa cantidad alcanzaría para distribuir, durante un año, 68 litros diarios de agua entre todos los habitantes de Zacatecas (1,581 mil 575 personas, de acuerdo con datos del INEGI).
Los ejidatarios reclaman que el agua que corría por estos lugares, y que brotaba del manantial de San Juan de Cedros, se secó después de que llegó la mina.
Agua sí hay, pero para la mina
El martes 23 de marzo de 2010 comenzó sus operaciones la mina Peñasquito. Para el arranque formal se organizó una ceremonia a la que asistieron el entonces presidente Felipe Calderón; la exgobernadora de Zacatecas, Amalia García; el embajador de Canadá en México, Guillermo Rishchynski, así como Chuck Jennes y Ian Telfer, directores de la compañía.
Ese día, Felipe Calderón destacó que el diminutivo de Peñasquito no correspondía con la “enorme mina” que comenzaría a operar, y agradeció que en medio del desierto encontraran oro y plata para arrancar con la mina que, dijo, “será un orgullo para Zacatecas”.
—A nuestra comunidad la dejaron sin agua, el pozo que servía aquí se secó. Fue de los primeros afectados, porque está como a 200 metros de donde la minera empezó a hacer el tajo, por eso creemos que es culpa de ellos —explica Jorge, habitante del ejido de Charcos.
Los cimientos para que la mina se instalara en la zona se colocaron 16 años antes de que empezara sus operaciones. En 1994, la Minera Kennecot realizó trabajos de exploración e identificó el yacimiento de Peñasquito en el Valle de Mazapil. Cuatro años después, Western Silver adquirió los derechos de la concesión para explotación de minerales y fundó la empresa Minera Peñasquito que, en 2006, terminó siendo filial de Goldcorp, compañía que en abril de 2019 fue comprada por la estadounidense Newmont.
Minera Peñasquito se instaló en terrenos que compró o en donde hizo convenios de renta de tierras con los ejidatarios, con una vigencia de 30 años con opción a prórroga. Este proceso de ocupación ha sido motivo de estudios académicos —como el publicado en 2014 por Claudio Garibay, Andrew Boni, Francesco Panico y Pedro Urquijo, especialistas del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental y de la Universidad Veracruzana—, donde se señala que en realidad se trató de un caso de “destrucción de territorio y desposesión de las comunidades” que contó con la ayuda de diversas autoridades estatales y federales.
En diciembre de 2006, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) autorizó el proyecto minero. El funcionario que firmó la resolución fue el biólogo Ricardo Juárez Palacios, entonces titular de la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA).
Al año siguiente, Juárez Palacios renunció a la Semarnat en medio de acusaciones ante la Secretaría de la Función Pública por la entrega de permisos irregulares en todo el país, entre ellos el del Malecón Tajamar, en Cancún, que permitió la destrucción de 57 hectáreas de manglar, a cambio de la construcción de un centro comercial y condominios.
En 2006, la Minera Peñasquito estimó que el yacimiento de oro, plata, zinc y plomo podía tener reservas de 335.1 millones de toneladas y que para su explotación necesitaría 10 millones de metros cúbicos de agua al año, de acuerdo con los datos que presentó en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
Imágenes del tajo principal y de otras instalaciones de la mina Peñasquito tomadas a 500 metros de altura.
En ese mismo documento se expone cómo las autoridades permitieron que la empresa tomara el control del agua en esa región del norte de Zacatecas. Ahí se explica que desde 2004 la minera presentó una solicitud a la gerencia estatal de Conagua para “obtener el agua necesaria para la operación del proyecto minero”. Las autoridades estatales de la Conagua, se apunta, recomendaron a la empresa realizar “un estudio que permita actualizar la disponibilidad de agua del acuífero Cedros, ya que este acuífero no contaba con información actualizada y, por lo tanto, su condición era de veda.”
Desde agosto de 1988, cuando el gobierno federal declaró una veda en las cuencas hidrológicas de Zacatecas por tiempo indefinido, se alertaba del riesgo de “sobrepasar la cantidad explotable de los acuíferos, cuya conservación y protección es de interés público”. Por esa veda, no era posible otorgar concesiones de agua para uso industrial en la zona donde se asentó la mina.
Para darle vuelta a esa prohibición, Minera Peñasquito realizó el “Estudio de Evaluación Hidrogeológica del Acuífero Cedros, en el Municipio de Mazapil, Zacatecas”, que se presentó a las autoridades de la Conagua en diciembre de 2004.
Ese estudio sirvió para que la Conagua autorizara a la minera construir cinco pozos para extraer poco más de cuatro millones de metros cúbicos de agua para uso industrial, según señaló la propia empresa en la MIA de 2006. Esas perforaciones se realizaron sin que la minera contara con una concesión para extracción de agua.
“Teníamos el permiso para perforar los pozos, pero no el título para utilizar el agua”, señala Michael Harvey, director de Asuntos Corporativos de Newmont Goldcorp. “Tienes que hacer pozos de exploración para saber dónde se encuentra el agua y determinar si ese pozo te va a dar el caudal que estás necesitando. Vas primero con la Conagua para el permiso de exploración, haces los pozos y después tramitas el título de concesión”.
En 2006, Minera Peñasquito —confirmó Michael Harvey— realizó otro estudio hidrogeológico y de “evaluación integral” del acuífero de Cedros. Y en 2007, se hace un “estudio consecutivo”, para el cual realizan “pozos más profundos” —400 a 600 metros— y “se obtienen datos específicos para recalcular la disponibilidad del acuífero (de Cedros)”. La empresa entregó estos estudios a la Conagua.
El 13 de agosto de 2007, en el Diario Oficial de la Federación se publicó el “Acuerdo por el que se da conocer el resultado de los estudios de disponibilidad media anual de las aguas subterráneas de 50 acuíferos”. En ese documento se aseguró que en el acuífero de Cedros, la recarga media anual era de 10.1 metros cúbicos y que era posible entregar 5 millones de metros cúbicos en nuevas concesiones.
En abril de 2008, Minera Peñasquito obtuvo su primera concesión para extraer hasta 2 millones 150 mil metros cúbicos de agua al año.
A partir de entonces, y siempre utilizando como base los estudios de la propia empresa, la Conagua comenzó a entregar concesiones a la minera.
Hay más oro, se necesita más agua
La empresa minera encontró que en el Valle de Mazapil había más oro y plata de lo que sus primeros estudios geológicos habían considerado: en lugar de 335.1 millones de toneladas ahora se aseguraba que había reservas de hasta 469 millones de toneladas de minerales. Así que, para aumentar su capacidad de explotación, la minera necesitaba más agua.
En marzo de 2008, la Minera Peñasquito presentó una nueva MIA para la ampliación de su proyecto. En el documento, la empresa aseguró que sus estudios hidrológicos —realizados en 2007— mostraban que en la zona existía agua suficiente para la producción y operación de la mina.
En julio de 2008, durante la presidencia de Felipe Calderón y con José Luis Luege Tamargo como director de la Conagua, se abrió totalmente la puerta para que Minera Peñasquito obtuviera el agua que requería. Ese mes la Conagua publicó el documento sobre la disponibilidad de agua en el acuífero de Cedros. Si en 2007 se afirmaba que la recarga media anual de ese acuífero era de 10.1 millones de metros cúbicos al año; en 2008 la cifra aumentó en un 435 por ciento: la dependencia aseguraba que era de 54.5 millones de metros cúbicos. Con esa modificación determinó que habían 40 millones 346 mil metros cúbicos de agua disponibles “para otorgar nuevas concesiones”.
En noviembre de 2018, Minera Peñasquito recibió su segunda concesión para el aprovechamiento de 2 millones 687 mil 380 metros cúbicos de agua.
La multiplicación de las concesiones para la empresa se dio después del 28 de agosto de 2009. Ese día en el Diario Oficial de la Federación se publicó el acuerdo de actualización de disponibilidad media anual de 282 acuíferos, uno de ellos era el de Cedros. En ese documento se volvió a insistir que la recarga media anual en el acuífero de Cedros era de 54.5 millones de metros cúbicos.
Entre 2010 y 2014, la Conagua entregó cinco concesiones más a Minera Peñasquito. Además le autorizó una “transmisión de derechos”. Para finales de 2014, la minera ya contaba con las ocho concesiones que, en suma, le permitían disponer de 40 millones 287 mil 380 metros cúbicos de agua al año.
—Para cambiar los datos sobre la recarga media anual del acuífero, ¿la Conagua tomó como base los estudios que hizo la minera? —se le preguntó en entrevista a representantes de Minera Peñasquito.
—Como base. Pero también estudios anteriores. —aseguró Michael Harvey, director de asuntos corporativos de Newmont Goldcorp.
—Pero estudios anteriores —realizados por la Universidad de Sonora— señalan que la recarga media anual del acuífero era de 10.1 metros cúbicos.
—Los pozos que había en su momento (y con los que se hicieron los estudios anteriores) eran muy someros, entonces estaban evaluando la capacidad del acuífero en la parte superior. Cuando Minera Peñasquito perfora pozos más profundos (de 400 a 600 metros) encuentra un volumen mayor. La Conagua tiene más elementos para determinar que se puede tener una mayor disponibilidad en el acuífero, porque no nada más hay una recarga vertical (del acuífero), sino también horizontal.
Cumplir los deseos de la mina
San Juan de Cedros es hoy un pueblo de recuerdos marchitos. Sus habitantes rememoran los tiempos en que podían nadar en el estanque de la comunidad. En el ejido aún es posible encontrar los rastros abandonados de una alberca y la hendidura entre las montañas por donde corría el agua.
En esos tiempos, un grupo de mujeres cultivaba zanahorias, calabazas, coles, cebollas y otros vegetales en una pequeña parcela que hoy luce llena de tierra seca. Los pobladores también recuerdan cuando podían ir a pescar y pasar los domingos en la presa cercana que hoy está seca.
A unos veinte minutos al norte de San Juan de Cedros se encuentra el ejido de Nuevo Peñasco, el lugar parece un pueblo fantasma. Ahí fueron reubicadas las familias que antes vivían en el sitio donde hoy está el tajo de la mina.
—Antes vivir era muy tranquilo, teníamos nuestra labor y nuestros animales… Ahora todo compramos y antes lo podíamos cosechar —recuerda Gloria, del ejido Nuevo Peñasco.
Para obtener una de sus concesiones de agua, Minera Peñasquito utilizó la “transmisión de derechos”, recurso que contempla la Ley de Aguas Nacionales (LAN) y que permite al titular de una concesión transferir ese permiso.
La “transmisión de derechos” en realidad es la venta de un título de concesión. Esta práctica ha propiciado que campesinos que tenían a su nombre concesiones otorgadas para uso agrícola terminen vendiéndolas.
Minera Peñasquito obtuvo los derechos de transmisión de dos títulos que tenían uso agrícola, de acuerdo con el expediente de la concesión 07ZAC100886/36FMDL09, obtenido a través de una solicitud de información a la Conagua.
Michael Harvey, de Newmont Goldcorp, aseguró que la minera no pagó nada al ejidatario Ascensión Carrillo, quien les cedió uno de los títulos de concesión para extracción de agua.
De acuerdo con el expediente del título 07ZAC100886/36FMDL09, el 23 de enero de 2009, la empresa le informó a la Conagua sobre la transmisión de derechos con uso agrícola y solicitó que el volumen de extracción de cada uno de ellos se juntara en uno solo. También pidió el cambio de uso a industrial y que se incrementara el volumen de agua autorizado.
Tres meses después, el 1 de abril de 2009, el entonces director local de la Conagua en Zacatecas, José Mario Esparza Villalobos, concedió a Minera Peñasquito todas sus peticiones y le entregó una concesión para extraer 450 mil metros cúbicos de agua al año. Ese permiso vence hasta el año 2024.
Además de Minera Peñasquito, Goldcorp es propietaria de Camino Rojo S.A. de C.V. A esta empresa, la Conagua entregó dos títulos para extraer agua, para uso industrial, en el acuífero de Guadalupe de Garzarón, de acuerdo con los expedientes de las concesiones obtenidos a través de solicitudes de información.
En 2015, Minera Peñasquito solicitó a la Conagua la autorización para que Camino Rojo le transfiera esas concesiones; la dependencia lo aprobó.
En entrevista, Michael Harvey, de Newmont GoldCorpg, asegura que, desde 2017, cuando vendieron a la canadiense Orla Mining el proyecto Camino Rojo, se transfirieron a esa empresa las dos concesiones para extraer agua del acuífero Guadalupe de Garzarón. Sin embargo, en el REPDA hasta diciembre de 2019 esos títulos aún aparecían a nombre de Minera Peñasquito.
En los expedientes de las concesiones de agua a nombre de la minera —algunas vigentes hasta el año 2045— es posible encontrar que, en por lo menos siete de ellas, la empresa ha solicitado a la Conagua autorización para cambiar la ubicación de los pozos, por “la sensible disminución en el rendimiento (de agua) que las obras actuales proporcionan”. Esas autorizaciones se han dado sin ningún reparo.
La mayoría de las modificaciones en los títulos de concesión a nombre de Minera Peñasquito se solicitaron entre 2012 y 2016.
Felipe Benjamín de León Mojarro, titular de la Conagua en Zacatecas desde 2013 y hasta 2017, fue el funcionario que autorizó la mayoría de los cambios. Hoy es titular de la Junta Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado del estado (JIAPAZ). Hasta la publicación de este reportaje, De León Mojarro no respondió a una solicitud de entrevista.
En su reporte técnico sobre Peñasquito, publicado el 30 de junio de 2018 y disponible en su página de internet, Newmont Goldcorp señala que los estudios hidrológicos que realizó en la cuenca de Cedros están completos y muestran que hay suficiente agua para proveer 40 millones de metros cúbicos por año.
Además, la empresa asegura que la zona en donde se encuentra la mina tiene un balance hídrico: “la gestión del agua hasta la fecha ha sido la adecuada y no se han encontrado problemas hidrológicos que puedan afectar las operaciones mineras”.
Para quienes viven en las comunidades aledañas a la mina, la realidad es otra. José Martín Bustamante trabajó en la mina; lo despidieron cuando se sumó a las protestas para reclamar que la empresa cumpliera con sus compromisos.
Desde que llegó la mina, en la comunidad de Cedros, las familias compran garrafones de agua. Cada familia compra, en promedio, seis garrafones a la semana; gastan entre 180 y 200 pesos.
El agua que la empresa manda a las comunidades solo llega a ciertos horarios.
Depender del agua que da la mina
En San Juan de Cedros sus habitantes solo tienen agua entre tres y cuatro horas al día. Algunas familias del ejido compran, en promedio, 12 garrafones a la semana, cada uno de ellos les cuesta entre 37 y 39 pesos; esa agua la utilizan para beber y cocinar.
—Antes el agua la sacábamos de una noria. Ahorita, uno llena un bote y luego luego (el agua) se pone blanca. Hay agua que mandan de ahí, de la mina, no sabemos ni qué agua es —explica Gloria, de Nuevo Peñasco.
—Compra agua (embotellada) la gente que tiene un poco más de dinero, pero ¿y la que no tiene? —pregunta una mujer de 33 años, madre de dos niños que no rebasan los once años. Ella utiliza el agua que le proporciona la mina para cocinar, lavar sus trastes y bañar a sus hijos.
A partir de 2017, la empresa Minera Peñasquito comenzó a dotar de agua a las comunidades que se encuentran en los alrededores de la mina y que reclamaron por la falta de agua.
—En México, la empresa termina resolviendo las necesidades de la gente, porque no hay mucho Estado ahí… Son responsabilidades del Estado mexicano que debería estar resolviendo esos problemas, pero la empresa termina haciéndolo como parte del programa de responsabilidad social —dice Michael Harvey, director de asuntos corporativos de Newmont Goldcorp.
Harvey asegura que antes de que la minera llegara a esa zona del municipio de Mazapil, las comunidades no tenían agua potable; ahora —insiste— “tienen mejor acceso de agua que antes” y menciona que han instalado plantas potabilizadoras que surten a las comunidades.
—¿Las comunidades dependen totalmente del agua que les da la mina?
— Para consumo humano, sí.
—¿No es grave que la dotación de agua de las comunidades dependa de ustedes?
—Lo hacemos como parte de nuestro trabajo de responsabilidad social, pero ya el gobierno y la comunidad lo ve como obligación de la empresa, pero no lo es.
En las comunidades que están en la zona, hay familias que dependen del agua que les otorga la minera.
Al recorrer las comunidades que se encuentran alrededor de la mina Peñasquito, los pobladores hablan del abasto de agua, pero también de sus problemas de salud. Ellos señalan que es por culpa del agua que consumen.
—Hace poco unos niños se enfermaron de la piel, les salieron ronchas que eran muy molestas. Los llevaron a que los revisaran en la clínica del municipio y les comentaron que podía ser el agua con la que se bañan, o el polvo —contó Jorge, de la comunidad de Charcos.
El señor Pedro Morquecho conserva en un cajón copia de los estudios que, en noviembre de 2018, realizaron investigadores de la Unidad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). En esos documentos se señala que el agua de la comunidad de Mesas tiene altos niveles de arsénico, mercurio y plomo.
Manuel de Jesús Macías Patiño, docente de la Universidad y quien firma el reporte del estudio, explica que los investigadores no participaron en el levantamiento de las muestras y, por lo tanto, no tienen certeza de que se cumplieron con los estándares científicos para poder determinar la calidad del agua de la región.
Darcy Tetreault, de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, considera que en el municipio de Mazapil se requiere hacer una investigación profunda e imparcial, para determinar si hay daños a la salud de los pobladores de la región a causa de la actividad minera.
El director de asuntos corporativos de Newmont Goldcorp, Michael Harvey, dice que los pobladores que tienen quejas son utilizados por políticos locales que se presentan como asesores de las comunidades y que “exigen más de 400 millones de dólares de pagos; ellos como asesores recibirán 20% de ese monto si logran cobrarlo”.
El representante de la Minera Peñasquito insiste en que varias de las protestas que han realizado los pobladores en contra de la mina tienen como objetivo obtener esos pagos, “el tema del agua lo utilizan como estrategia de comunicación para presionar en la negociación. Para ellos el tema no es el agua, es el dinero”.
Impuestos que se condonan
En la mina Peñasquito, Newmont Goldcorp produce 310 mil onzas de oro anuales, según información disponible en su página web. Eso la coloca en el cuarto lugar entre las empresas productoras de ese metal en México; además, es la segunda productora más grande de zinc y la tercera con mayor producción de plata en el país de acuerdo con datos de la Cámara Minera.
Al término de 2018, Goldcorp generó ganancias por 7 mil 253 millones de dólares, a través de negocios ubicados en África, Australia y América, según sus reportes financieros.
El gobierno mexicano no solo ha entregado a la empresa toda el agua que ha solicitado. También le ha condonado impuestos.
En 2013, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) condonó a Minera Peñasquito 13 millones 318 mil 224 pesos, de acuerdo con la información sobre impuestos cancelados y condonados obtenida por el Centro de Análisis e Investigación Fundar, a través de solicitudes de información.
A Michael Harvey se le preguntó cuál fue el argumento que presentó la empresa minera al gobierno de México para obtener la condonación de impuestos. El representante de la compañía dijo que lo consultaría con el departamento encargado de los asuntos fiscales de la empresa. Hasta la publicación del reportaje, no se tenía una respuesta.
Para este reportaje también se pidió a la Conagua, a través de una solicitud de información, los registros de los pagos por derechos de agua realizados por las concesiones a nombre de Minera Peñasquito. En un primer momento, se negó la información y se clasificó como “confidencial”, aludiendo al secreto fiscal.
Para obtener esos datos, se presentó un recurso de revisión al Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), organismo que revocó la respuesta de la Conagua y la instruyó a entregar la información. De acuerdo con los datos entregados, la Conagua solo tiene registros de pagos para una de las concesiones a nombre de la minera, los cuales suman 2 millones 591 mil 514 pesos, para un periodo de 2014 a 2018.
A Minera Peñasquito también se le solicitaron documentos sobre los pagos que ha realizado por las concesiones de agua que tiene a su nombre. La empresa entregó copias de documentos sobre pagos por derechos de agua realizados desde 2009 y hasta el tercer trimestre de 2019 que, en total, suman poco más 760 millones 949 mil 672 pesos. Sin embargo, no todos los pagos que se mencionan en esos documentos —oficios dirigidos a la Conagua— están acompañados con su ficha bancaria correspondiente. Por ejemplo, del trimestre de 2019, solo entregó recibos bancarios del primer y tercer trimestre.
Más trabajos de exploración
A mediados de septiembre de 2019, y por segunda ocasión en seis meses, ejidatarios de San Juan de Cedros bloquearon las operaciones de Newmont Goldcorp en Zacatecas. Se quejaron del incumplimiento de los acuerdos por parte de la empresa para proveer de agua potable, trabajo y mejoramiento ambiental a los ejidos.
El 18 de septiembre, la empresa ofreció destinar 25 millones de dólares en inversiones comunitarias dentro del municipio de Mazapil.
El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a ambas partes llegar a un acuerdo, pues “es una inversión importante, son trabajadores, no nos conviene que se cierre esa mina, pero se tienen que atender las demandas justas”, dijo en su conferencia mañanera del lunes 30 de septiembre de 2019.
El bloqueo terminó días después, el 8 de octubre, después de que ambas partes acordaron tener mesas de diálogo. Por su parte, un grupo de ejidatarios anunció que llevarán su caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El 2 de enero de 2020, la Conagua difundió un comunicado en el que se reconoce que el acuífero de Cedros, del cual obtiene el agua la minera, presenta un défict; es decir, se está sobreexplotando el acuífero y no se está garantizando su capacidad de recarga.
A partir de estudios ténicos realizados por la Conagua en septiembre de 2019 —de acuerdo con el comunicado— se determinó que el déficit es de cinco millones de metros cúbicos anuales. La dependencia asegura que como parte de los acuerdos a los que se llegaron en las mesas de negociaciones, “la minera renunció al aprovechamiento de dicho volumen (los cinco millones de metros cúbicos), lo que permitirá avanzar en la recuperación del acuífero”. Además, se formalizará una Declaración Unilateral de Obligaciones para la preservación de aguas nacionales subterráneas, con el que en 2023 la minera cederá otros cuatro millones de metros cúbicos.
Mes y medio antes de ese comunicado, en entrevista Michael Harvey, representante de Newmont Goldcorp, aseguró que Minera Peñasquito no utilizaba la totalidad de agua que tenía concesionada. Según sus propios datos, 2018 fue el año durante el cual usó más agua: 29 millones 463 mil 652 metros cúbicos, de los más de 40 millones que tiene concesionados.
De acuerdo con la Ley de Aguas Nacionales, cuando un usuario no utiliza la totalidad o parte del volumen autorizado, durante dos años consecutivos, la Conagua puede retirarle o modificar la concesión.
Los cinco millones de metros cúbicos que Minera Peñasquito aceptó ceder para la recuperación del acuífero representan poco menos de la mitad del agua que, de acuerdo con sus propios datos, no están utilizando.
En la zona, por lo pronto, Minera Peñasquito cuenta con agua. Tan es así que tiene planes de extender sus operaciones más allá de los 14 años que, hasta ahora, tiene estimados estar en Mazapil. “Estamos haciendo trabajo de exploración para tratar de encontrar más minerales y extender la vida de la mina”, asegura Michael Harvey.
Alicia, habitante de San Juan de Cedros, se pregunta qué pasara cuando la mina se vaya: “¿quién se va a hacer responsable de los daños? La mina se va sin problema, y los que se quedan con todos los problemas vamos a ser nosotros, ¿cómo le vamos a hacer para sobrevivir sin agua?”
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