En 2006, una explosión dejó atrapados a 65 trabajadores, de los cuales sólo dos cuerpos pudieron ser rescatados
Laura Toribio
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de febrero.- Ayer, hace justo seis años, 65 mineros quedaron atrapados bajo tierra en la mina 8 de Pasta de Conchos, en Sabinas, Coahuila. Sólo dos cuerpos fueron rescatados y hoy, todavía 63 familias viven con el pesar de no haber podido siquiera enterrar a sus muertos.
“El rescate de los mineros no costaría ni uno por ciento de la utilidad neta anual de Grupo México; sin embargo, no sólo es una cuestión monetaria, está de por medio la verdad. A la fecha no hay una investigación seria, no hay debido proceso, no hay responsables sentenciados y no hay una satisfactoria reparación del daño”, reclamó María Trinidad Cantú, quien se lamenta por no tener una tumba dónde poder llorarle a Raúl Villasana, su hijo.
Tras 72 meses de lucha, los deudos recordaron ayer de nuevo, con una misa en la calle de Campos Elíseos, en Polanco, a sus esposos, padres, abuelos, tíos, hermanos e hijos, que aquel 19 de febrero de 2006, simplemente se tragó la tierra.
Por sexto año Coahuila volvió a despertar con el dolor de viudas, huérfanos, madres y otros familiares que se quedaron con el desayuno servido, esperando a aquellos 65 mineros que cubrían el turno de tercera (de la madrugada) y que nunca regresaron.
“Ahorita tenemos mucha tristeza, porque se nos viene otra vez a la mente todo lo que pasó, como si fuera ayer”, confesó Alondra, una adolescente de 17 años, sobrina de Jesús Álvarez, uno de los mineros muertos en la explosión de la mina 8.
Ella tenía 11 años, pero desde entonces tuvo que conocer la realidad de la región carbonífera, que desde 2006 ha dejado 127 muertos —65 de ellos en Pasta de Conchos y 67 más en años posteriores—, entre ellos a su tío.
“Allá, en Coahuila, en las minas de carbón, se trabaja con una seguridad pésima, porque para empezar no tenemos ni Seguro, nos obligan a trabajar en circunstancias indebidas, como cuando hay gas”, acusó Federico González, que como muchos de los hombres en la región que no optaron por migrar, no tuvo más opción que convertirse en minero.
“No sólo nos preocupan los muertos de 2006, ahora hay 67 muertos más, 30 de ellos se sumaron en 2011, configurando una sistemática violación a los derechos humanos laborales”, advirtió María Trinidad Cantú, miembro de la organización Familia Pasta de Conchos.
En este contexto, dicha organización demandó a la CIDH que declare la admisibilidad del caso Pasta de Conchos e inicie el litigio contra el Estado mexicano por la violación a los derechos humanos de los 65 mineros y sus familiares.
“Pasta de Conchos es un caso no resuelto, es un caso que representa la injusticia en el país, es una herida abierta en la región y es, por supuesto, una herida abierta para los familiares, por eso la exigencia es el rescate de los mineros, que es totalmente viable”, afirmó Carlos Rodríguez, coordinador de educación del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal).
Así, bajo la premisa de que “la vida vale más que el carbón”, María Trinidad dejó claro que las familias no descansarán hasta que se haga justicia y se garantice la seguridad de los mineros que a diario arriesgan la vida.
“Hoy nos hemos reunido varias familias que venimos desde Nueva Rosita, a 15 o 18 horas de camino, pero no nos hemos cansado y seguiremos insistiendo en que Minera México nos tendrá que entregar los restos de nuestros seres queridos, es una vergüenza que a seis años 63 cuerpos estén atrapados”, lamentó, tras recordar que esta empresa anunció seis mil millones de dólares a invertir en los próximos cinco años y que Grupo México disputa el segundo lugar entre las mayores compañías del mercado bursátil mexicano con un capital de 26 mil 600 millones de dólares, mientras que las viudas sobreviven con una pensión de 3 mil 300 pesos mensuales.
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cian
2012-02-20 06:09:00
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