Juan Alfredo Reyes Ramos
- 22 julio 2012
- El miércoles pasado, el Wall Street Journal publicó un reportaje de Nicholas Casey, titulado “Las minas de oro brillan de nuevo en México”, en el cual, relata como es que las compañías mineras extranjeras están explotando con éxito nuestro subsuelo, con descubrimientos de oro que han ubicado a México entre los 10 grandes productores del mundo, donde lo más alentador para los consorcios foráneos, es la flexibilidad de nuestras leyes mineras, que les permite operar a través de empresas mexicanas que, sin embargo, pueden pertenecer íntegramente a extranjeros.
De ese modo, el oro extraído de las minas mexicanas, sale de nuestro país pagando una bicoca en impuestos, dejando atrás un escenario de suelos devastados, acuíferos contaminados y pueblos miserables, como los que hoy sobreviven en las faldas del Potosí, en Bolivia, la montaña de plata más esplendorosa del mundo en tiempos de la Colonia, saqueada por los españoles, que dejaron pueblos en ruinas, donde “sólo quedan vivos los fantasmas de la riqueza muerta”, porque la plata salió del Potosí a nutrir la riqueza de los nobles europeos, como el oro mexicano, que hoy enriquece a los empresarios canadienses.
Y esa es la historia vigente de los recursos minerales de México desde la época colonial. Según los datos proporcionados por Humboldt –citado por Galeano- se ha calculado en 5 mil millones de dólares actuales, los impuestos evadidos por la exportación de oro y plata de las minas de Guanajuato y Zacatecas, de 1760 a 1810, en sólo medio siglo de explotación.
Porque al igual que el Potosí, la plata de La Valenciana, mina de Guanajuato que era 36 veces más productiva que la mina más rica de Europa (en Sajonia), también salió de México para beneficio de unos cuantos, sobre la desgracia de miles de indígenas y esclavos.
Y es que estamos hablando de 500 años de saqueo de nuestros recursos naturales, en la mayoría de los casos, por intereses ajenos al bienestar nacional. Si durante la Colonia los españoles se llevaron toneladas de oro y plata, en sólo una década del régimen panista, los consorcios mineros han explotado el doble de oro y la mitad de plata del total que extrajeron los españoles durante 300 años de colonización.
Asimismo está documentado (Carlos Fernández, La jornada, 16/02/12), que los gobiernos de Fox y Calderón entregaron más de una cuarta parte del territorio nacional en concesiones mineras a corporativos nacionales y extranjeros.
Muchos mexicanos han luchado contra el despojo. Un caso ejemplar es el de Demetrio Vallejo, líder ferrocarrilero que en una de tantas luchas sindicales, logró que el gobierno de López Mateos aumentara las tarifas de carga a las compañías mineras extranjeras, las cuales, pagaban una cuota ridícula por los fletes de ferrocarril.
Y en este contexto cabe mencionar el caso de don Armando S. Guadiana Tijerina, empresario minero que, en alianza con la izquierda, hoy busca cambiar las cosas en este país. Si acaso don Armando logra una conquista equiparable a la que logró Demetrio Vallejo en contra de las voraces compañías mineras, su movimiento habrá valido la pena. Pero si el señor Guadiana, después de haber conquistado el poder económico pretende ahora conquistar el poder político, con desplantes como ése, el de aplastar su sombrero, entonces nos estaremos remitiendo a una versión churrigueresca de Vicente Fox, incluyendo el bigote, las botas y el sombrero.
http://www.vanguardia.com.mx/elsombrerodeguadiana-1336462-columna.html
